Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas […]. Porque has mantenido mi derecho y mi causa; te has sentado en el trono juzgando con justicia. Salmo 9:1, 4.
¿Vives tus alabanzas? Este es el primero de los Salmos acrósticos, o alfabéticos. Es decir, su composición poética está constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase. Pues bien, este Salmo, como otros (IO, 25, 34, 37, 11, 112, 119, 145), comienza con la letra álef, primera letra del alfabeto hebreo. El acróstico le da belleza, sentido, forma y orden al mensaje. Las formas de la poesía hebrea expresan un mensaje teológico mediante la belleza lírica. La Escritura expresa la belleza que capta el poeta en el mensaje divino. Mientras el teólogo afirma fríamente que el hombre tiene el deseo inherente de conocer a Dios, el poeta exclama: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía (Sal. 42:1).
David era un poeta cuyos salmos contenían profundos mensajes teológicos. Por ejemplo, en este salmo, que ha sido llamado «Canto de acción de gracias», el salmista alaba a Dios porque es sensible al dolor y a la injusticia humana, y es Juez justo que defiende a los oprimidos: «Él juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia» (vers. 8, 9).
¡Cuánto alegra al corazón saber que Dios ama la justicia y ampara al más débil y afligido (vers. 12)! ¡Señor, te alabo porque defiendes a los oprimidos!
Nuestra oración nos enseña a alabar a Dios ¡con todo el corazón! ¡Y con nuestras manos! La mejor alabanza al Dios de justicia ¡son nuestras obras en favor de los más desfavorecidos!
En la verdadera alabanza, nuestra alegría no está en el presente ni enfocada en nosotros, sino en Dios y en el prójimo. Nuestro corazón no se regocija más por el don recibido que por el Dador. Así como el triunfo del Redentor es el triunfo del redimido, nuestro testimonio ayuda a los que están a nuestro lado; a los que, caídos en desgracia, buscan una señal de esperanza manifestada en nuestra vida.
Oración: Señor, te alabo porque eres refugio del pobre y puedo confiar en ti en la angustia,
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur.
Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano