«Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida». Los fariseos respondieron: «iTú haces esas declaraciones acerca de ti mismo! Un testimonio así no es válido». «Estas afirmaciones sí son válidas, aunque las diga de mí mismo —respondió Jesús—. Pues sé de dónde vengo y adónde (V, pero eso es algo que ustedes no saben de mí»». Juan 8: 12-14, NTV
NUNCA HA HABIDO NADIE que haya errado a quien Jesús no haya perdonado, aceptado y bendecido, si, consciente de su debilidad e impotencia, se acerca a él con fe en buscade misericordia y fortaleza. […]
iQué pensamiento consolador es saber que Jesús se compadece de nuestras debilidades! «Fue tentado en todo igual que nosotros» (Heb. 4: 15, RVA15), y nos ofrece justamente el apoyo que necesitamos, de tal manera que si tan solo seguimos tras sus huellas, estaremos seguros. Santificó el sendero que recorrieron sus pies. Escuchemos su voz que nos invita: «Síganme». «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad». «A quíen el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo» (Mat. 4: 19, RVC; Juan 8: 12, DHH; 16: 33, NTV).
Cristo venció al mundo de modo real, y es tan inmenso su amor por nosotros que nos invita a que acudamos a él con todas nuestras aflicciones, angustias, heridas emocionales y perplejidades, con la certeza de que nos ayudará. Nos dará fuerza y energía. Si nos asimos de su mano, asentará nuestros pies sobre la roca, sobre el más firme fridamento. Nos hará más fuertesen su fortaleza y nos apoyará en todos nuestros esfuerzos.
Entonces, cuando hayamos experimentado su toque sanador, seremos atraídos a una estrecha comunión con Cristo y seremos obreros juntamente con Dios, no solamente para restaurar a los que yerran, para sanar a los quebrantados de corazón, sino también para impartir valor, fe y confianza. Esta es la tarea de los siervos de Dios: llevar a Jesús a las almas que se han apartado de sus enseñanzas y que, aparentemente, se han estrellado contra las rocas y los arrecifes del pecado. A todas las vidas quebrantadas, que han perdido toda esperanza, se les promete sanidad.
Es más difícil enseñar a alguien que cree saberlo todo, que quien se da cuenta de su incapacidad e ignorancia. Hablo con conocimiento al decir que la labor de restaurar a las almas quebrantadas por errores y pecados manifiestos es la más difícil. Cuando se cultiva algún pecado acariciado, hasta que llega a anular la voluntad de alguien, no se puede luchar contra mal hábito con suficiente energía para vencerlo, y iqué difícil son las cicatrices del alma!
Lo invito a no demorar más, y a ser un siervo de Dios sabio, para que se esfuerce al máximo para redimir el tiempo. No se deje llevar por el desánimo por nada del mundo. […] El Señor apoyará todos sus esfuerzos y su perseverancia.—Carta 56, 28 de mayo de 1898, dirigida a un médico que ejercía de forma privada, y que había perdido el rumbo espiritualmente.