Entonces dijo Moisés: «Te ruego que me muestres tu gloria» Éxodo 33:18
JOCABED
Según el Diccionario bíblico adventista, el nombre de la madre de Moisés, Jocabed, significa «Dios es glorioso», «Jehová es gloria», «Jehová es su gloria», «cuya gloria es Jehová». No sabemos, a diferencia de otros personajes bíblicos, cómo adquirió este maravilloso nombre, que le recordaba todos los días a quién debía dar siempre la honra y la gloria. Pero no le quedó grande el nombre, pues por el resultado en la vida de sus hijos vemos que el nombre de Dios fue glorificado en cada uno de ellos.
Moisés. Uno de los más grandes líderes y legisladores que el mundo haya conocido. Llegó a cumplir el propósito para el cual había nacido: ser el gran libertador del pueblo de Israel por medio de señales y milagros prodigiosos. A él le fueron entregadas en propia mano las tablas de los Diez Mandamientos, escritos por el dedo de Dios. Contempló la gloria de Dios en la tierra y ahora está delante de la presencia del Padre eterno en el cielo.
Aarón. Llegó a ser el primer sumo sacerdote de Israel, designado por Dios mismo. Tuvo el alto honor de representar a Cristo como mediador y enseñar a todos los hijos de Israel cómo se salva el ser humano, por medio de la sangre preciosa de Jesús, el Mesías, mediante ofrendas y sacrificios por los pecados, reconciliando al pueblo con el Señor. Solo sus descendientes podían acceder a este sagrado cargo, y su tribu tenía que ocuparse de todo lo relacionado con el Santuario y el Templo de Dios.
María. Siendo una niña, llevó a cabo el gran cometido de cuidar a su hermano menor a costa de su propia vida, siguiendo el ejemplo de su madre. Ella no tartamudeó para hablarle a la hija del faraón y facilitarle a una nodriza hebrea para criar al niño. La Biblia dice que María dirigió a las mujeres israelitas en alabanzas a Dios y además era profetisa.
Glorificamos a Dios cuando reconocemos que él es Dios, Creador de todas las cosas; cuando creemos en su Palabra, cuando lo amamos con todo nuestro ser, lo adoramos, lo alabamos, guardamos sus mandamientos, contamos a otros sus maravillas y lo que ha hecho en nuestras vidas; cuando hablamos con él en oración y escuchamos su voz por medio de la Biblia, la naturaleza y el Espíritu Santo.
Pide al Señor que te ayude a reflejar su gloria en este día, que los demás puedan verlo por medio de tu vida.—