“Si se pusieran a un lado el orgullo y el egoísmo, cinco minutos bastarían para eliminar la mayoría de las dificultades” (PE 119).
Como seres humanos, nuestra naturaleza se ha corrompido por el
pecado. Y tal vez el mejor ejemplo de esa corrupción sea la maldición del egoísmo. Parece ser que nacemos egoístas; podemos observar esta realidad en los niñitos, cuya naturaleza básica los induce a querer todo para sí: “Yo, yo, yo…” Cuando alcanzamos la edad adulta, este rasgo puede manifestarse de maneras bastante terribles, especialmente en el hogar. Por supuesto, Jesús vino a cambiar esto (Efe. 4:24). Su Palabra nos promete que, a través de él, no tenemos por qué dejarnos dominar por este rasgo de carácter destructivo. Toda su vida es un ejemplo perfecto de lo que significa vivir sin egoísmo; en la medida en que emulemos su vida (1 Juan 2:6), venceremos la tendencia a vivir solo para nosotros mismos.
Busca los siguientes textos. ¿Qué nos dicen sobre llevar una vida de abnegación?
Filipenses 2:3-5
_______________________________________________________________________ 1 Juan 3:16-18
Según Elena de White escribió al comienzo, si el orgullo y el egoísmo se dejaran de lado, se podrían resolver muchos problemas muy rápidamente, mucho antes de que se agudicen y fermenten, y con el tiempo se conviertan en algo desagradable. Todos los miembros de la familia, especialmente los padres, deben corregir (Prov. 16:6) este pecado al pie de la Cruz (el mejor ejemplo de abnegación en todo el Universo); incluso si eso significa acudir constantemente a la Cruz y arrodillarse en oración, con fe, lágrimas y sumisión.
¿Cuánto tiempo pasas al pie de la Cruz luchando contra el egoísmo que se presenta en tu vida? ¿En qué medida Mateo 7:16 te ayuda a ver si pasas suficiente tiempo allí?