En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedrasy el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. Cuando vieron esto, todos se postraron y exclamaron: «¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios! 1 Reyes 18:38-39, NVI,
Tras licenciarme en Arquitectura por la Universidad Andrews, trabajé los siguientes diecisiete años en cosas que tenían que ver con esa profesión. Un día tuve una reunión con un cliente en su casa. Cuando llegué, nos sentamos a la mesa, cerca de un gran ventanal con vista al patio trasero. Comenzó la reunión y hablamos de los planes para su nueva casa. Era un día de tormenta y, cuando nos encontramos, estaba lloviendo; cada pocos minutos oíamos un trueno distante. De repente, escuché un estallido como nunca antes había oído. Se sintió como si hubiera caído un rayo a tres metros de donde estaba sentado. Quedamos aturdidos porque nunca habíamos sentido un ruido tan fuerte en nuestra vida. Entonces miramos por la ventana y nos dimos cuenta de que un rayo había caído en el suelo, ¡a tres metros de donde estábamos! Había dejado un agujero tremendo, que se estaba llenando de agua, pero el agua tenía una llama de fuego!
¡El charco estaba incendiado! Rápidamente nos dimos cuenta de que por esa parte del patio pasaba una tubería de gas natural, así que llamamos al número de emergencias.
Poco después llegaron los bomberos y la policía, así como la empresa de gas para cerrar la válvula de gas de la casa.
Esta experiencia me hizo pensar en la historia de Elías en el monte Carmelo, cuando oró a Dios y Dios respondió con fuego del cielo.
La oración es poderosa, y Dios siempre la escucha. Habla con él hoy sobre todas tus inquietudes y preocupaciones. Así como sucedió con Elías en el monte Carmelo, puedes pedirle que te use hoy para que las personas que conoces sepan que “¡EL Señor es Dios!”