Cuando Dios creó a la primera familia deseaba que experimentaran una unión rebosante de amor y felicidad. La idea de que el luto y la pérdida se convirtieran en parte de esa unión no era algo que Dios deseaba que aceptaran. ¡La Palabra de Dios dice que él desea que tengamos vida abundante! Tristemente, el pecado ha levantado a menudo su horrible rostro y ha interrumpido ese plan. Hemos visto el daño y las pérdidas que el pecado ha causado a la unidad familiar. Las familias han experimentado una pérdida de confianza, de fe, de comunicación e incluso la pérdida literal de sus seres queridos. ¿Cómo podemos aprender a sobreponernos a esas pérdidas y a esforzarnos por vivir en el gozo que Dios desea que tengamos? He aquí un par de recomendaciones útiles para encontrar el rumbo después de una pérdida.
LA PALABRA DE DIOS ES UN LIBRO ABIERTO DE INSTRUCCIONES QUE NOS GUÍAN HACIA LA PLENITUD Y LA EXCELENCIA.
Procura el conocimiento (Prov. 4: 7). Cuando creemos haber perdido algo, a menudo intentamos recordar dónde lo dejamos. Comenzamos a revisar nuestros pasos para determinar dónde estábamos la última vez que lo utilizamos. A menudo sucede lo mismo cuando perdemos la relación con algún miembro de la familia. Tratamos de recordar cuándo fue la última vez que confiamos en esa persona y de ver cómo se podría restaurar esa confianza.
Cuando perdemos algo que era valioso para nosotros, solemos volver sobre nuestros pasos tratando desesperadamente de recuperar lo que se ha perdido. Miramos debajo de los cojines, en los bolsillos de los pantalones; incluso quizá desandemos un largo camino para buscar en el estacionamiento donde estuvimos horas antes. Esto es parecido a recuperar una relación valiosa: debemos buscar donde estábamos cuando perdimos aquella conexión. Dios desea restaurar nuestras relaciones familiares, y si buscamos sinceramente su ayuda para encontrar lo que se perdió, él está dispuesto a ayudarnos.
Escudriña las promesas de la Palabra Dios. En ella se nos dice que Dios no nos permitirá pasar por más de lo que podamos soportar. Sin lugar a dudas, cuando experimentemos pérdidas en nuestras familias, él nos proveerá la manera de disfrutar de nuevo la plenitud perdida. En la Biblia podemos leer relatos de familias que experimentaron pérdidas, así como sus grandes ejemplos de victorias a través de Cristo. Las historias de Lázaro, de José y sus hermanos y de Moisés y su familia nos enseñan como Dios restaura a las familias en el momento en que más lo necesitan a través de la fe, el amor y el perdón. La Palabra de Dios es un libro abierto de instrucciones que nos guía hacia la plenitud y la excelencia.
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