Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. Sofonías 3:17
Un pálido caballero reposa en el diván del psiquiatra, y en dolorosa letanía le dice sus pesares: aburrimiento y depresión, aislamiento y visitas frecuentes a los cementerios.
El psiquiatra le recomienda un romance, y el enfermo replica que tiene una amada. Lo anima a viajar. Él dice que ha viajado mucho. Le prescribe la lectura, y el paciente responde que ha leído todo. «Tal vez deba conseguir un título», sugiere el galeno, y él caballero responde que posee títulos de nobleza. Entonces el médico le dice que vaya a ver a Garrick. El enfermo se pone aun más serio, pregunta quién es Garrick, y el psiquiatra procede a describirlo: un actor gracioso, fuente de optimismo y despliegue de gracia. Entonces el caballero de pálida faz se incorpora y le dice a gritos: «¡Yo soy Garrick! ¡Cambiadme la receta!» ¡Oh, cruel contradicción! Aquel que a todos hacía reír era presa de honda melancolía. El poema de Juan de Dios Peza termina así:
El carnaval del mundo engaña tanto
que la vida son breves mascaradas,
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
Tal vez tú seas como Garrick. Trabajas construyendo mansiones, pero vives en una choza. Confeccionas ropa fina, pero la tuya es de mala calidad. Eres actor y deleitas a otros, pero cuando baja el telón sueltas el llanto. Ministras a otros, pero nadie te ministra a ti. Y no permites que Dios lo haga.
Si esto te sucede, necesitas terapia. Acude al Psiquiatra de los cielos, al que cambia las tinieblas en amaneceres, los funerales en fiesta, la tristeza en gozo, el fatalismo en entusiasmo. Sí, acude a Jesús.
Despójate de las galas fúnebres que cubren tu cuerpo y ahogan tu alma. No pospongas tu encuentro con la vida. Él te busca hoy. Como dice nuestro texto de reflexión, se halla en medio de su pueblo. Llámalo ahora mismo. Se halla al alcance de una oración.