«Yo, el Señor, el único Dios, el Primero y el último. […] Yo te saqué del extremo de la tierra, te llamé desde el rincón más alejado y te dije: «Tú eres mi siervo.» Yo te elegí y no te he rechazado. No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, Pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa». Isaías 41:4-10, DHHO
TODOS LOS QUE ESTÁN relacionados con la obra de Dios tienen que aprender algunas lecciones indispensables. Algunos, que se creían capaces de y para todo, se darán cuenta de que están muy lejos de lo que debieran ser en muchos sentidos. Ciertos obreros, que son despreciados por los que creen que lo saben todo, son en cambio muy positivamente valorados por Dios. Él suscita las personas apropiadas para cada labor en concreto, y a medida que avancen paso a paso aprenderán del gran YO SOY. Cuando él les muestre la misión que deben cumplir, seguirán avanzando bajo su dirección, cumpliendo con ella.
Algún obrero, poseedor de supuestas habilidades superiores, puede llegar, y al contemplar la obra de los anteriores, acaso considere que convendría sustituirlos por gente mejor preparada. La labor que realizan considera que no se ajusta a las normas y es deficiente; cuando en realidad el Señor la está dirigiendo sin prisas pero sin pausas. Ese nuevo servidor de la obra abogará para que se hagan cambios; intentando hacerles ver a los obreros que están cometiendo un gran error al llevar adelante su labor de esa manera. Pero el Señor no ve las cosas como los seres humanos las vemos.
Los obreros a los cuales él conduce pueden sentirse a veces perplejos; pero el plan de Dios es que enfrenten y superen muchas dificultades. Él inspira en los que le sirven la determinación de hacer que cada aparente fracaso resulte en un paso adelante en pos del triunfo. Han de tener la determinación de caminar bajo la luz que brilla sobre el sendero, y aunque encuentren grandes obstáculos, han de decir con convicción: «iNo voy a permitir que nos desanimemos! iNo vamos a fracasar!».
Los que trabajan en la viña del Señor a menudo oran y lloran debido a las vicisitudes y obstáculos con que se encuentran. Pero es el propósito de Dios que enfrenten dificultades y tropiezos y, si mantienen firmemente hasta el fin su confianza como al principio, decididosa llevar adelante la obra del Señor, él les despejará el camino. Los que luchen con perseverancia contra dificultades, incluso las aparentemente insuperables, triunfarán, y con el éxito vendrá también el mayor de los gozos.
Dios está preparando a personas humildes y consagradas para que lleguen a ser obreros eficaces. Les está dando una experiencia que la sapiencia humana no puede explicar. El actúa sobre las mentes mediante su omnisapiencia. Permite que se produzcan desaciertos, a fin de que en forma incomprensible para la sabiduría terrenal, el nombre de Dios pueda ser glorificado. El Señor hace su voluntad de acuerdo con sus propios métodos, no según las teorías humanas, para cumplir con sus propósitos. El poder mediante el cual influye en cada uno es proporcional al fervor y a la sinceridad del individuo. En todo lo que Dios hace, busca el mayor bien de aquellos que son sus colaboradores.—Carta 162, 12 de abril de 1903, dirigida al administrador de una Asociación, adaptado.