De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Job 42:5.
Esta declaración es el fruto del aprendizaje de Job. Es la esencia del perfume que dejó su aflicción.
¿Cómo fue el proceso de curación de Job? Veamos qué hizo Dios para sanarlo y retribuirle todas sus bendiciones (ver Job 42:10).
En primer lugar, Job externalizó su drama. Lo puso en Dios. Acudió a él. No le echó la culpa a nadie. Buscó a Dios. Y así, Dios fue proveyéndole recursos espirituales para vencer la depresión. Cuando sufras, pon tu mirada en el Cielo, de. Donde viene el poder (ver Mat. 6:9).
Luego, Job no se quedó en los mejores días del pasado. Aunque su espíritu lo llevó muchas veces a la nostalgia, siempre se impuso al ayer: «Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación» (Job 14:14). Aprendió que lo peor a veces es padre de lo mejor; y perseveró en la idea de esperar lo mejor, aun después de muerto: «Aunque él me matare, en él esperaré […] y él mismo será mi salvación» (Job 13:15, 16).
La esperanza te lleva a desear lo nuevo en medio del dolor. ¡A no bajar los brazos! Te da fuerzas y cierta seguridad íntima de que, a pesar de las apariencias, la situación intolerable en que te encuentras no será definitiva, que aún hay una salida. La esperanza confía en que «lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios» (Luc. 18:27). Concibe siempre una salida para los problemas. Y en sí misma constituye una dicha. Aunque la esperanza se vea muchas veces decepcionada, ninguna decepción es más horrible que perderla.
«En cada hombre hay un mito», dijo el escritor estadounidense William B. Yeats. Job es un símbolo del sufrimiento y un paradigma de la esperanza. Toda la humanidad está en él. Desde el infierno más horrendo, y en lucha constante con las penurias del cuerpo, su existencia solitaria y heroica no cedió a la desesperación. Job consiguió reafirmar la esperanza y la fe en Dios, de quien en un momento se sintió desterrado. La vida de Job es el triunfo sobre la adversidad más cruel gracias al poder de una certeza inquebrantable.
Job nos ha enseñado el derecho al desánimo, pero no a perder la esperanza. Oración: Señor, que podamos decir con Job: «Mis ojos te ven».