«La muerte es una experiencia universal. Es como la inevitable atracción «gravitacional» que busca abrirse paso sin un consentimiento previo. La muerte es la crisis que enfrentan todas las familias, la experiencia más estresante de todas». «Aunque la muerte sea inevitable, su llegada puede perturbar el equilibrio familiar y la red de relaciones de la persona fallecida». Basta decir que los seres humanos jamás nos acostumbraremos a la muerte.
«Muchos argumentarán que la muerte a ciertas edades (especialmente en la vejez) es un acontecimiento normal de la vida, pero Lavee, McCubbin y Olson opinan lo contrario». Afirman que, independientemente de cuándo ocurra, la muerte en realidad no es algo normal. Sigue siendo un suceso inesperado y en gran medida no deseado. Debe entenderse que no es la muerte misma lo que determina si es algo normal o no, sino el contexto y los efectos de ella. «Por ejemplo, la muerte de un hombre de más de ochenta años que es el tutor de un chico de quince años puede ser «normal» para el hombre, pero sería muy perturbadora para el adolescente».’ Del mismo modo, la muerte de cualquier miembro de una familia provocará algún tipo de perturbación.
David había reinado durante treinta años como rey de Israel. Después de muchos años de batallas, intrigas políticas, múltiples esposas y muchos hijos, ahora es un anciano. La Biblia nos dice que «la muerte de David se acercaba por momentos» (1 Rey. 2: 1). La familia de David tendría que hacer ajustes significativos después de su muerte, incluyendo el liderazgo de un nuevo rey.
En la Biblia se nos recuerda que la muerte surge como resultado del pecado. La muerte es un enemigo. Desde el momento en que Adán y Eva comieron el fruto prohibido (Gén, 3: 6), la muerte sobrevino a toda la humanidad (Rom. 5: 12) y ha causado un daño irreparable a lo largo de la historia.
La buena noticia es que las Escrituras nos aseguran que la muerte misma será destruida algún día (1 Cor. 15: 26). Un día la muerte tendrá su funeral. Ese funeral será el último de todos. Como seres humanos, estamos sujetos a la muerte en este mundo de pecado, pero hay una esperanza a la que podemos aferrarnos: Jesús ya ha vencido al enemigo llamado «muerte» mediante su propia muerte en la cruz y posterior gloriosa resurrección. Jesús declara que tiene «las llaves del reino de la muerte» (Apee. 1: 18); por eso, al prepararnos para la muerte es necesario que tengamos una relación con el dador de la vida eterna.
Lección de Escuela Sabática Para Jovenes Universitarios 2019. 2do trimestre 2019 “Estaciones de la vida” Lección 3: «Preparación para el cambio« Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo