Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Salmo 100:1.
Johann Sebastián cantó a su Redentor y lo amó hasta el último aliento. En su lecho, y rodeado por su esposa y sus hijos, habiendo quedado ciego, antes de morir Dios le devolvió la vista, y pudo despedirse de los que amó como el mejor esposo y padre del mundo. Su familia entonaba una de sus alabanzas a Jesús mientras su aliento era recogido por Dios, a quien dedicó todas sus extraordinarias obras.
Johann Sebastián Bach dijo que la música solo debía dedicarse a Dios, y esto es lo que dijeron de él los otros músicos dotados:
Max Reger: En una fuga de Bach estaba contenida toda la filosofía de Occidente. El principio y el fin de toda la música. Convertía en oro todo cuanto tocaba.
Igor Stravinski: La personalidad artística del maestro de Eisenach es un milagro, algo sobrenatural e inexplicable.
Anton Webern: Toda la música se encuentra en Bach. Todo ocurre en Bach.
F. Schubart: Lo que Newton fue como científico, Bach lo fue como músico.
Wolfgang Amadeus Mozart: La música de Bach es algo que hay que aprender.
Robert Schumann: Solamente hay uno de quien los demás podríamos sacar algo nuevo: Johann Sebastián Bach. La música le debe tanto como la religión a su fundador.
Paul Hindemith: Bach es el exponente [musical] del más alto grado de perfección que puede lograr el hombre.
Pablo Casals: Inicialmente estaba Bach… y entonces todos los otros.
Jorge López: Bach es la clave. El punto de referencia.
Babelia: Bach es el arquitecto musical más grande de la historia.*
Hoy, cuando una avalancha de música mundana que excita la carne y degrada el espíritu se introduce en muchas iglesias, y en vez de exaltar a Jesús lo ofende, haríamos bien en poner atención a la música de este cristiano admirable.
*Juan José Tena Ruiz, «Los himnos evangélicos perfectos», Protestante Digital, I I septiembre 2012, en: http:// protestantedigital.com/tublog/27972/Los_himnosevangelicos_perfectos.