Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos, salmo 91: 1 1, NVI.
Uno de mis parques nacionales preferidos de los Estados Unidos es el de Yellowstone, el primer parque nacional del país. Durante una visita a Yellowstone, decidí con mi familia quedarnos fuera de los límites del parque, en un pueblo llamado Cody, en Wyoming, ubicado al este de la entrada oriental del parque. Cody es famoso por varias cosas.
Primero, está nombrado en honor a William Cody, mejor conocido como Buffalo Bill. Buffalo Bill fue uno de los personajes más populares del antiguo Oeste americano. En 1883, él fundó un espectáculo de rodeo itinerante llamado «El Lejano Oeste de Buffalo Bill», y viajó por todos los Estados Unidos con su gran reparto.
Durante nuestra estadía en Cody, decidimos asistir al rodeo que se llevaba a cabo cada noche al aire libre. Había estado en un rodeo una vez, y me había gustado mucho, así que decidimos repetir la experiencia. Conseguimos entradas, encontramos asientos y pronto comenzó el show, con caballos y jinetes realizando una variedad de acrobacias fascinantes. Durante otra parte del rodeo, se soltó un toro muy joven y un jinete a caballo trató de enlazarlo tan rápidamente como fuera posible. La parte más impactante del espectáculo era la monta de toros.
Un jinete montaba un toro que estaba ansioso por echarlo de su lomo. El toro pateaba y corcoveaba salvajemente mientras el jinete intentaba permanecer sobre él por lo menos ocho segundos. Al final, el jinete salió volando.
Durante esta parte del espectáculo vimos varios payasos en el ruedo, listos para ayudar al jinete en caso de que se metiera en problemas, o para distraer al toro lo suficiente como para que el jinete llegara a un lugar seguro después de caerse. Sé que esto puede sonar un poco chistoso, pero esos payasos son algo como nuestros ángeles guardianes. Dios los ha enviado para estar con nosotros en todo momento y para cuidarnos en todo lo que hacemos, especialmente cuando el peligro está cerca.