«Dice el Espíritu Santo: Cuando hoy escuchen la voz del Señor, no cierren herméticamente el corazón, como hicieron los que se rebelaron en el desierto el día de la prueba. Allí fue donde los antepasados de ustedes intentaron Ponerme a prueba a pesar de haber experimentado mis maravillas». Hebreos 3: 7-9, LPH
ALGUIEN POR QUIEN EL SEÑOR ha hecho tanto, debiera honrarlo en todo lo que dice y hace. Todas sus actividades debieran ser lícitas, transparentes y equitativas. No debiera hacer ni decir absolutamente nada que no quisiera usted que le sea recordado cuando se halle delante del Juez de toda la tierra por medio de cada departamento de su obra Dios vindicará su honor, su justicia.
¿No está usted dispuesto a pararse a pensar y hacer sincera autocrítica de los procedimientos que está siguiendo? El Señor no puede aprobar ni sus métodos ni su proceder. La mano de él se halla al timón. Los planes que usted sigue no son los planes de Dios. […] Ahora es el momento de arrepentirse. No deje usted pasar su oportunidad. […]
Mi hermano: No piense que no resulta acorde con su dignidad hacer un cambio radical. Usted debe colocarse a los pies de Cristo como un discípulo deseoso de aprender, o de lo contrario seguramente fracasará en su intento por obtener la recompensa de los vencedores. Deje a un lado ese autoritarismo suyo cuasimonárquico, y actúe con humildad como fiel hijo de Dios. Mientras usted no se muestre dispuesto a escudriñar y obedecer la Palabra de Dios, será vencido por las tentacionesy llevado a hacer cosas extrañas, que lo descalificarán desde su influyente posición para actuar positivamente.
¿No está usted dispuesto a arrepentirse y convertirse? ¿No está dispuesto a actuar en cada momento siendo consciente de que se halla bajo el escrutinio divino? ¿No hará de Dios el compañero en todo que hacer? Su santidad, su justicia y su verdad debieran purificar sus palabras y su acciones.
Usted necesita reflexionar y percatarse de que hay un Dios. El ha hablado en su favor, y se sentirá muy triste si usted trata injustamente a su heredad. Lo está llamando personalmente para que usted vuelva a él de todo su corazón. Ore, con toda su alma, iSí, ore! Se ha engañado usted mismo tantas veces, impulsado por influencias nefastas, que se siente tentado a mirar en forma favorable a quienes lo adulan y alaban, y con disgusto a quienes le señalan sus errores y el peligro que usted corre.
En muchas ocasiones usted casi se ha puesto de parte del enemigo; pero delante del trono ha estado su Salvador, con las señales de los clavos en sus manos, intercediendo en su favor. En el nombre de Cristo, ruegue por usted mismo, con ferviente y sincera súplica. Espero que su vida pueda ser prolongada y que se arrepienta cabalmente. Acuda al Señor y entréguele todo. Hágalo, o el enemigo lo llevará cautivo.
No puedo sino escribirle todo esto, porque Alguien, que dispone de la máxima autoridad, le está dirigiendo un llamamiento.—Carta 55, 15 de abril de 1903, dirigida al Dr. John H. Kellogg, que estaba al borde de caer en el panteísmo, adaptado.