«Ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es uy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios». Miqueas 6: 8, TLA
SE ESTÁ LIBRANDO una permanente batalla entre los agentes satánicos y las inteligencias celestiales. Satanás está empeñado en ganar el juego por las almas. Se manifestaría mucha mayor precaución si todos pudieran ver las corrientes subyacentes de tentaciones engañosas, si pudieran percatarse de los fraudes satánicos que se exhiben con apariencia celestial. Habría mucho más desconfianza de la sabiduría humana y mucho más dependencia de Dios. Ahora bien, cuando nuestra visión espiritual está opacada, no discernimos los incidentes notables que han ocurrido para apartar los pasos del pueblo de Dios de los senderos seguros hacia los que son resbaladizos e indignos de confianza.
El Señor quisiera moldear la vida de cada uno de nosotros correctamente y afirmar nuestros pies sobre la Roca de la eternidad. No obstante, cuando nos sentimos autosuficientes y nos enorgullecemos de nuestros logros, los ángeles se entristecen, pues saben que se estarán plantando semillas de cizaña en las mentes de otros, que brotarán y producirán su cosecha.
La única seguridad es que caminemos humildemente con Dios. Entonces velaremos en oración. Cuando no se ora con el corazón, la plegaria es simplemente de labios. Y cuántas veces nuestros pies han estado a punto de resbalar, nuestra mano a punto de dejar de aferrarse de la mano que es capaz de salvamos por completo si nos aferramos de ella con fe.
Muchos se han cegado con tal sentido de suficiencia que llegaron a sentirse muy confiados, cuando habrían hecho mejor en mostrarse desconfiados y cautelosos. Si todos pudiéramos ver cuán fácilmente el ego y el orgullo espiritual se entretejen con una devoción externa a Dios y a su obra, y cómo, cuando esto ocurre, se arruina la misión y se distorsiona el modelo del Tejedor, rogaríamos: «Unge mis ojos con el colirio celestial para que pueda ver todas las cosas correctamente» (ver Apoc. 3: 17 -19).
A menos que haya una mayor humildad de corazón y pureza de acción, se harán las cosas de tal forma que dejarán detrás de sí una gran secuela de errores. Un mal movimiento, ocasionado por falta de fe, ha conducido a muchas situaciones calamitosas. No parece un mal tan grande el permitir que Satanás gobieme y obtenga la victoria en las cosas pequeñas, aun cuando estén relacionadas con intereses eternos. No obstante, un m al paso conduce a una sucesión de pasos erróneos, y luego a celos y sospechas acerca de la persona y las mismas cosas que Dios habría querido llevar al éxito.
¿Cuándo aprenderá a ser sabio el pueblo de Dios? La verdadera religión de Jesucristo tiene que ver en primer lugar con la misericordia y la gloria de Dios en nuestras experiencias cotidianas. Dios está muy cerca de nosotros en Cristo; sí, cerca de todos aquellos que lo invocan con sencillez y sinceridad, que disciernen su gran necesidad de la sabiduría que desciende de lo alto. — Manuscrito 43, 22 de marzo de 1898, «Recuerden las primeras cosas».