Oh Jehová, ti eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre. 2 Crónicas 14:11.
¿Desconfías de ti?
¿La desconfianza en las propias fuerzas no es baja autoestima. Es conciencia de nuestra realidad humana ante los tremendos desafíos de la vida. Es humildad y sabiduría.La humildad nos ayuda a reconocer nuestros limitados recursos. Y esto es el principio de la sabiduría.
Es más importante conocer nuestras debilidades y defectos que nuestras virtudes. Porque la ilusión de nuestra mente siempre nos engaña. Es posible que lo que creemos que es una virtud en realidad sea un defecto; y viceversa. Puede que creas que tu capacidad de cálculo y prudencia sea una virtud que te lleve a minimizar los riesgos ante cualquier empresa, por lo cual no te aventuras a muchas cosas, pero en realidad eso que consideras virtud no es más que mezquindad de espíritu, falta de pasión y de fe, inseguridad y miedo. Nos cuesta reconocer en nosotros lo que no nos gusta de otros.
Por eso, la humildad te ayudará a reconocer tus limitaciones, y abrirá lapuerta a la fuerza de la fe. Y la fe, puesta en acción, abrirá las compuertas de muchas virtudes que desconocías en ti. Hay un caudal rico de dones en tu interior que clama por ser desatado. Y solo lo librarás del yugo del miedo cuando avances sin temer el fracaso. El fracaso puede ser tu mayor maestro. Porque nadie aprende del éxito
A veces tendrás que tomar decisiones arriesgadas, porque si no las tomas la vida las tomará finalmente por ti. El rey Asa dijo: «Ayúdanos, porque confiamos en ti. Y en tu Nombre vamos contra esta multitud».
La prudencia y el cálculo son importantes, pero solo con «atrevimiento» se realizan los sueños. Hay mucha cobardía y falta de fe detrás de lo que llamamos «prudencia».
En nuestra oración, el rey pide que el hombre débil que hay en él no prevalezca sobre Dios. Esta oración cubre dos cosas. Podemos estar muy seguros de que si Dios es nuestro Dios, no seremos heridos de muerte. Y podemos estar absolutamente seguros de que, si hemos hecho de la causa de Dios nuestra propia causa, él hará suya la nuestra.
¿Cuál es tu sueño? ¿Qué ideal te empuja? ¿Qué desafíos te plantea la vida? ¡Aférrate de la mano de Dios!
Gracias, porque haces tuyos mis sueños y mis desafíos.