E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo! […] Y le otorgó Dios lo que pidió. 1 Crónicas 4:10.
El capítulo 4 del primer libro de Crónicas comienza con la genealogía de los L hijos de Judá. Estas genealogías tenían el propósito de dejar documentada la historia del pueblo de Dios para la posteridad. Siempre dejan enseñanzas, por aburridas que parezcan, porque demuestran que Dios interactuó con personas reales, de carne y hueso, con defectos y virtudes, e hizo maravillas con ellas. Al transitar el capítulo cuatro y detenernos en la estación del versículo 9, aparece una joya dejada por alguien en el camino: Jabes. Esto es común en las genealogías.
¿Quién era Jabes? El capítulo 4 comienza dando los nombres de los jefes de familia: tal es padre de tal, etc. Pero, al llegar al versículo 9 hay una omisión que es clave para saber lo que está pasando en este texto: Jabes es introducido sin que se mencione nada de su padre. Es un joven sin herencia. También se sabe que nació en condiciones traumáticas para su madre, por eso recibió el nombre de «Aflicción», o «Dolor» (vers. 9).
Es muy posible que Jabes fuera hijo de una familia pobre, en contienda con sus hermanos por una parcela de tierra. Por eso, ora: «Ensancha mi territorio». En Israel, la tierra era dividida por lotes entre las tribus y las familias; y la herencia pasaba de generación en generación. La ley del jubileo requería que cada cincuenta años la tierra vendida, o perdida por alguna razón, pasara al dueño original. Seguramente algo de esa tierra debía ir a Jabes, pero para los oficiales del Templo él era un joven sin padre ni herencia. En su necesidad, Jabes buscó a Dios.
La necesidad es maestra y tutora de la vida. ¡Es la fuente de la superación! Nace de la privación, de algo insatisfecho, que solo puede ser saciado por una idea y un deseo. ¡La idea de Dios en el corazón es la mayor fuerza de la vida!
Si te identificas con Jabes, por la razón que fuere, esta oración es para ti. Dios responde rápida y poderosamente el clamor de sus hijos que más IO necesitan.
Oración: Señor, ensancha mi corazón para que te pueda conocer.