Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo. Levítico 19:34.
Me hallaba en Mexicali, Baja California, a unos pasos de la garita de migración, esperando mi turno para ingresar en los Estados Unidos, cuando vi a una pareja ante el muro fronterizo. Del lado mexicano estaba la mujer, del lado estadounidense, el esposo.
Había visto ese cuadro antes, cuando el cerco era una frágil malla ciclónica, y permitía mirar y tocar a los amados. Los niños introducían sus deditos y acariciaban el rostro del padre. Ahora, el muro era de planchas de acero. La pareja se esforzaba por tocarse las yemas de los dedos por un agujero dejado en el muro para el paso del aire.
Honda es la pena del exiliado que sufre el desarraigo. Tal es el poder del hambre o la opresión, que priva a la patria de la mayor riqueza: sus hijos en edad productiva. Pero muchos no llegarán a su destino, porque «la migra» los agarra. Hay quienes mueren por descuido o negligencia, como los 18 inmigrantes que en 1987 se asfixiaron en un vagón de tren cerca de El Paso, Texas,* o las 17 personas sofocadas en un remolque en 2003, cerca de Victoria, Texas.* El inmigrante indocumentado que superó tales barreras naturales y humanas no puede cantar victoria; le esperan nuevos desafíos. Tal vez muera intoxicado al trabajar en campos recién fumigados, o será delatado por sus patrones para no pagarle. Otros serán agredidos, como le ocurrió a un joven en Caldwell, Idaho. El patrón le debía mucho dinero y no quería pagarle, así que le puso una bomba de fabricación casera bajo el asiento de la motocicleta. La bomba explotó y el joven quedó herido. Al fin le hicieron justicia: obtuvo su dinero y una indemnización, pero nunca recobrará la fuerza vital que perdió.
Vivimos en un mundo muy lejos de lo ideal, donde existen barreras que nos separan. Lejos de cuestionar las leyes de un país o de emitir juicio de valores, mi deseo en este día es que tú y yo nos convirtamos en promotores de la unidad, seamos propulsores del cambio para bien, y si está a nuestro alcance la oportunidad de tratar bien a alguien que se encuentra lejos de su hogar, hagámoslo.
«El vagón de la muerte», El País, 4 julio 1987, en https://eIpais.com/diario/1987/07/04/internacional/552348008 850215.htm1.
«Ilegales mueren encerrados en remolque abandonado en Texas», Emol.mundo, 14 mayo 2003, en http:// www.emol.com/noticias/internacional/2003/05/14/112389/ilegales-mueren-encerrados-en-remolqueabandonado-en-texas.html.