Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, sintió compasión. Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Lucas 33,34, DHH
La mitad de la religión cristiana es el amor a Dios, la otra mitad es el amor al prójimo.
Unas de las mejores maneras de manifestar el amor al prójimo es el servicio.
Tener un ideal de servicio y servir con alegría es señal de grandeza. Como la grandeza de Yazmín Domínguez.
Yazmín es una enfermera de Tabasco, México, que abandonó su fiesta de bodas para atender a un enfermo.
Yazmín acababa de casarse. Cuando la fiesta estaba en su apogeo, Yazmín recibió una llamada. Un enfermo necesitaba que le aplicaran medicinas.
Yazmín salió hacia la casa del enfermo y lo atendió; no iba con el vestido blanco de las enfermeras, sino con el vestido blanco de las novias. Yazmin regresó a la fiesta para seguir celebrando su boda.
Yazmín se parece al buen Samaritano, un levita y un sacerdote judío pasaron por el lugar donde el herido desangraba, pero lo dejaron ahí. Estos clérigos no quisieron contaminarse con la sangre del herido. Tal vez lo dieron por muerto. Pensaron en ellos mismos. En cambio, el samaritano pensó en el hombre que sufría, y lo socorrió.
Eso se llama altruismo: la diligencia de procurar el bien ajeno sin esperar nada a cambio.
Yazmín , como el buen samaritano, nos da una lección de Altruismo, una virtud muy escasa en nuestro mundo agonizante. Ella debe haberse sentido ella debe haberse sentido muy bien ese día de noviembre de 2017. Al gozo de su casamiento se añadió el gozo de servir al necesitado. El altruismo y la luna de miel combinan, y combinan muy bien. El esposo de Yazmín deber ser muy feliz de tener una esposa altruista.
Tu profesión de fe en Cristo y el altruismo también combinan muy bien.