No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Filipenses 4: 11-12, NVI.
Cuando visitamos Atenas, la capital de Grecia, nos subimos a un autobús para dirigirnos desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad. Los autobuses eran de dos pisos y, por supuesto, optamos por sentarnos en el piso de arriba, lo más adelante que pudimos.
El día que llegamos, la ciudad estaba en preparativos para un festival. De repente miramos hacia adelante y vimos una pancarta colgada en la calle. El problema es que estaba demasiado baja, ¡Y nos dirigíamos directamente hacia ella! El autobús nunca bajó la velocidad, atravesó la pancarta, iY la rasgó en dos!
Más tarde, mientras caminábamos hacia nuestro hotel barato, vimos de qué se trataba tan inusual festival. Las personas estaban armadas con bates de goma y aerosoles, y caminaban por allí, golpeándose con los bates inofensivos y tirándose serpentinas de aerosol unos a otros. Finalmente llegamos a nuestro hotel, y descubrimos que gran parte del hotel estaba en construcción. Como de costumbre, los baños estaban al final del pasillo, pero durante el proceso de construcción, teníamos que salir por la ventana hasta un andamio, elevado a tres pisos sobre el suelo, caminar un poco por el andamio, y volver a entrar a través de otra ventana hasta el pasillo, ¡donde finalmente llegábamos al baño! Siempre hay una primera vez para todo.
Aunque algunas personas podrían haberse estresado o molestado por la manera tan extraña de llegar al baño, nosotros decidimos ser flexibles y adoptar la actitud de: «Allá donde fueres, haz lo que vieres».
Muchos estamos acostumbrados a querer hacer las cosas a nuestra manera todo el tiempo; pero a veces tenemos que ser flexibles.
La palabra que la Biblia utiliza es «satisfecho». Aprende a estar satisfecho con lo que Dios te ha dado: ¡es el secreto de la felicidad!