Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano. Jueces 6:36, 37.
Había llegado el momento decisivo cuando Gedeón estaba a punto de hundirse con su ejército en la llanura para enfrentarse a fuerzas inmensamente superiores, entrenadas en la guerra. No es de extrañar que su corazón saltara de su pecho por la expectativa de la batalla. Su mano temblaba al asir su espada. Y las fuerzas opuestas de la razón y la fe combatían en su interior. Necesitaba otra señal de Dios más contundente. Ante la inminencia de la batalla, necesita confirmar que no luchará solo, que Dios está a su lado. Por eso pide otra señal.
En su misericordia, Dios le permite a Gedeón que elija la señal que lo convenza. Como hombre de campo, observador de la naturaleza y de sus leyes inmutables, pide un milagro que confirme su fe. Toda la expectativa de Gedeón recae sobre el vellón. Y el vellón de lana amaneció tan mojado que «un tazón llenó de agua» (vers. 38).
El rocío de la gracia divina, esa humedad formada en el silencio, que no procede aparentemente de ninguna fuente, y que refresca durante la noche tu vida marchitada por el sol del desierto, cae abundantemente sobre ti cada día. Esa gracia no es un fenómeno natural ni proviene del medio ambiente. Proviene de lo Alto. El rocío del Espíritu, que solo Dios puede darte, reaviva tu alma en tierra seca. El rocío de la gracia divina te consuela en medio del dolor, evita que las pruebas te destruyan y te da esperanza en medio de un mundo indiferente al Agua de vida.
¿Cómo sentirnos plenos en este mundo? Aunque tengamos todo lo que deseemos aquí y ahora, sin la gracia divina, que nos trajo a la existencia, nada que provenga de la «tierra seca» llenará nuestra alma. ¿Por qué cavar «cisternas rotas que no retienen agua» (Jer. 2:13)? El Rocío es un regalo que jamás podremos pagar. La gracia de Dios es belleza en movimiento. Revitaliza. Refresca. Sacia plenamente.