E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy […]Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios. Génesis 28:20-22.
¿Es tu vida una búsqueda de sentido o una huida hacia ningún sitio?
Cuando Jacob elevó esta oración, estaba huyendo de su hermano. La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio. Toda huida es inútil, porque siempre se vuelve al mismo lugar. En relación con nuestro deber, es más saludable volver herido de la batalla que sano por haber huido. Esto lo sabía Jacob. También sabía que luego de haber engañado a su hermano solamente le esperaba el destierro. Y nada es peor que el destierro. Elena de White describe la huida de aquel hombre: «Dominado por su remordimiento y timidez, trató de evitar a los hombres, para no ser hallado por su airado hermano. Temía haber perdido para siempre la bendición que Dios había tratado de darle» (PP 163).
El temor de «haber perdido para siempre la bendición» de Dios fue un sentimiento que el mismo Señor puso en el corazón de Jacob. Y así, en aquella noche de angustia, su huida se convirtió en una señal de esperanza. Rogó a Dios, y él le respondió en un sueño: una escalera por la que subían y descendían ángeles fue la gran señal (Gén. 28:12). Jesús se refirió a la misma escalera en el diálogo con Natanael (Juan 1:51). Jacob despertó con la convicción de que Dios no lo abandonaría. En el sueño, Dios le había revelado el plan de salvación. Avizoró su salvación y la de todos los mortales. Por eso, con la piedra que usó para reposar su cabeza, erigió «un monumento a la misericordia de Dios» (ibíd., p. 165).
Huimos de nuestro pasado, porque no queremos enfrentarlo. Huimos del dolor, de la frustración, de lo que nos incomoda. Y también huimos de la justicia. Pero Dios siempre nos busca y nos espera, para restablecer las relaciones.
Quizás hoy estés huyendo de alguien o de algo, porque no quieres enfrentarlo. Pero de Dios jamás podrás huir. ¡Qué bueno que puedes contarle todo a él! Escucha su respuesta. Luego, ya no huirás, porque tendrás fuerzas para enfrentar, a su tiempo, lo que sea.
Oración: Señor, ayúdame a no huir de ti, a volver siempre.