Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: «Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios” Lucas 14: 1 5, RV60.
Aterrizamos en La Habana, Cuba. Estaba bastante animado por pasar las siguientes tres semanas conociendo mejor la isla. Mi madre es cubana, así como mi esposa, y aunque había estado antes en Cuba, me entusiasmaba hacer un recorrido completo de este a oeste de la isla con hermanos de iglesia.
Nuestra excursión comenzó viajando hasta una ciudad importante llamada Pinar del Río, desde donde comenzamos una lenta travesía de 1.125 kilómetros [700 millas] cruzando Cuba, hasta la última ciudad en nuestro trayecto: Guantánamo.
Luego de nuestro primer evento en Pinar del Río, nos dirigimos al este, pero decidimos hacer una breve parada en una de las particularidades naturales más lindas de Cuba, el Valle de Viñales. El valle tiene unos ll kilómetros [7 millas] de largo por 5 kilómetros [3 millas] de ancho, y aunque el suelo del valle es llano y frondoso, con palmeras y plantaciones, unas maravillosas salientes de piedra caliza, conocidas localmente como mogotes, se elevan derecho al cielo cientos de metros por encima del valle. Se asemejan un poco a mitades redondeadas de hogazas de pan salpicando el valle.
Durante esa visita a Cuba, solo recibimos cariño y buen trato. Y una de las formas más especiales en que los cubanos nos mostraron su hospitalidad y atención fue a través de la comida. Dondequiera que comimos todo estaba exquisito. Yo me sentí como de manjar en manjar, disfrutando de una mesa tras otra.
Algún día, en el cielo, nosotros también estaremos sentados ante una mesa, rodeados por un maravilloso ambiente natural y siendo recibidos con un enorme banquete.