«Los setenta y dos volvieron llenos de alegría, diciendo: «¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre!». Jesús les contestó: «He visto a Satanás que caía del cielo como un rayo»». Lucas IO: 17 – 18, LPH
¿QUÉ ES LA VIDA? Un monumento perdurable al único Dios verdadero. La obra de la creación nunca podrá ser explicada por la ciencia. ¿Qué intelecto puede explicar la ciencia de la vida? ¿No nos asombra acaso que los materialistas no tengan lugar para la existencia de Dios? El cuarto mandamiento declara a todo el universo, a los mundos no caídos y al mundo caído, que Dios creó el mundo en seis días y descansó en el séptimo. La evidencia proporcionada allí no deja lugar para el escepticismo. Cristo, el Comandante de las huestes celestiales, estaba acostumbrado a recibir acatamiento y adoración de los ángeles. En cualquier momento durante su vida sobre la tierra podría haberlo solicitado a su Padre y le habría dado «más de doce legiones de ángeles» (Mat. 26:53).
Pero ni el chantaje, ni la tentación de usar sus prerrogativas divinas, pudo inducirlo a desviarse del sendero designado por Dios. La estrategia de Satanás fue muestra de su enorme habilidad e incalculable astucia. Tres veces trató el enemigo de obtener la victoria sobre Cristo. Lo asaltó en el terreno del apetito; apeló a su orgullo; presentó delante de él las escenas más cautivantes de este mundo.
Lo desafió a dar evidencia de que era el Hijo de Dios. A pesar de todo, Cristo no le dio ninguna evidencia, sino que mantuvo la dignidad de Aquel a quien Dios había entregado todo poder. Satanás tiene hoy gran poder en el mundo. Se le ha permitido tener esta tierra como propiedad por un tiempo limitado. Durante este período, mientras prevalece la iniquidad, se nos da a todos la oportunidad de tomar posiciones. Satanás trata por todos los medios de hacer que la senda ancha resulte atractiva, y en cambio, la angosta, penosa, humillante y nada deseable. Traza planes tremendamente ingeniosos para inducir a los hombres y las mujeres a dar rienda suelta a sus apetitos.
Los más groseros placeres, que no proporcionan verdadera satisfacción se multiplican en esta era decadente. Satanás arroja su hechizo sobre estas diversiones, que eclipsan las verdades eternas. Muchos venderán su primogenitura como lo hizo Esaú por una frívola recompensa en la indulgencia de los apetitos. El placer mundanal les parecerá más deseable que la primogenitura celestial. Cristo venció en nuestro lugar; pues era el único que podía ser un Salvador idóneo. Tenía sabiduría, habilidad y poder divinos. Pudo alzarse ante el mundo como «»Admirable consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno», «Príncipe de paz»» (Isa. 9:6). Las palabras de Dios concernientes a su Ungido están cargadas de significado: «Pero al Hijo le dice: «Tu trono, oh Dios, permanece por siempre y para siempre. Tú gobiernas con un cetro de justicia. Amas la justicia y odias la maldad.
Por eso, oh Dios, tu Dios te ha ungido derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro»» (Heb. 1:8 – 9, NTV). — Carta 7, 25 de enero de 1900, dirigida a Will K. Kellogg, hermano y ayudante del Dr. John H. Kellogg.