No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia. Juan 7: 24, NVI.
EI golf es un deporte interesante. Cuando era pequeño, solía pasar los cuatro canales que existían en la televisión de mi país en la década de los setenta, y de vez en cuando los domingos ponían golf. No podía creer que hubiera gente que practicara este deporte porque para mí se veía como lo más aburrido del mundo. Todos tenían que guardar silencio mientras uno a uno los golfistas golpeaban una pequeña pelota que volaba por un gran campo de césped. Se parecía a estar en una biblioteca al aire libre en que se pedía silencio a todos porque una persona tenía que concentrarse para pegarle a su pequeña pelotita de golf lo mejor que pudiera. Recuerdo haber pensado:
«¡Nunca practicaré este deporte!».
Quizá ya sabes que terminé probando el golf cuando fui adulto, y me gusta mucho.
Cuando tenía unos treinta años, tuve la oportunidad de viajar a Escocia, donde se inventó el golf. Durante mi estadía allí, decidí detenerme a ver uno de los campos de golf más famosas del mundo, conocido como «la cuna del golf».
Llegamos a la ciudad de St. Andrews y encontramos el campo de golf. El nombre en sí mismo impresiona: «Real y Antiguo Club de Golf de St. Andrews». Cuando llegué allí quería ver el campo, pero en especial quería ver si me permitían caminar hasta el hoyo diecisiete. Verás: el hoyo diecisiete tiene uno de los obstáculos arenosos más infames del mundo, llamado el «Road Hole», que básicamente es un enorme hoyo de arena que parece tragarse las pelotas de golf.
De alguna forma, para mí, el golf pasó de ser un deporte aburrido a una manera agradable de pasar el rato con mis amigos. Ya ves que me equivoqué enormemente en mi primera apreciación.
A menudo juzgamos las cosas por su apariencia, y generalmente terminamos juzgando mal y creando problemas. Una persona sabia no se apresura a juzgar algo con rapidez.
Ora a Dios pidiéndole sabiduría hoy, para que no saques conclusiones apresuradas