«Por eso, estén siempre alerta. Oren en todo momento, para que puedan escapar de todas las cosas terribles que van a suceder: Así podrán estar conmigo, el Hijo del hombre». Lucas 21: 36, TLA
DESPUÉS DE UN GRAN HURACÁN es muy difícil encontrar árboles en pie en la zona y, los que quedan, están tan destrozados que parece que se van a caer, pero siguen en pie. Así quiere Dios encontrar a sus hijos fieles tras la prueba final de este mundo, momentos antes de su segunda venida.
Estar de pie será un privilegio muy grande para aquellos que pasen la prueba final y soporten todos los planes de Satanás, quien los atacará con gran ira. Solo el poder de Dios podrá sostenernos ante tal ataque. Se levantará en guerra Contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús (Apocalipsis 12: 17).
Dios nos anima a actuar, a no permanecer pasivos, sino a activar nuestras fuerzas para dar razón de nuestra fe. «Dios ha revelado lo que ha de acontecer en los postreros días, a fin de que su pueblo esté preparado para resistir la tempestad de oposición e ira. Aquellos a quienes se les han anunciado los sucesos que les esperan, no han de permanecer sentados en tranquila expectación de la tormenta venidera, consolándose con el pensamiento de que el Señor protegerá a sus fieles en el día de la tribulación. Hemos de ser como hombres que aguardan a su Señor, no en ociosa expectativa, sino trabajando fervientemente, con fe inquebrantable. No es ahora el momento de permitir que nuestras mentes se enfrasque en cosas de menor importancia [… ]. Es nuestro deber hacer todo lo que está en nuestro poder para evitar el peligro que nos amenaza. Debemos esforzarnos por desarmar el prejuicio y colocarnos en la debida luz delante de la gente» (Testimonios para la iglesia, t. 5, cap. 51, p. 427).
La oración ferviente, constante y el estudio de la Palabra de Dios nos sostendrán en los momentos finales de este mundo. Alcemos la mirada; Cristo regresará muy pronto a buscar a los suyos.