«¡Atención! Llamen a las plañideras. Que vengan las más expertos. Que se den prisa, que hagan lamentación por nosotros. Nuestros ojos se inundarán de lágrimas, y brotará de nuestros párpados el llanto. Desde Sion se escuchan gemidos y lamentos: ‘Hemos sido devastados; nos han avergonzado por completo. Tenemos que abandonar el país, porque han derribado nuestros hogares'» (Jer. 9:17-19)
¡EI llamado de Jesús es para las mujeres que no temen clamar! ¿Dónde están las mujeres que lloran, que se postrarán ante Dios y pedirán liberación? Señor,
«Llama a las plañideras. Que vengan las más expertas. Que se den prisa, que hagan lamentación por nosotros».
¿Dónde están las mujeres que derramarán lágrimas no solo en favor de sí mismas, sino por todos aquellos que necesitan de una palabra y un toque del Señor? «Que se den prisa, que hagan lamentación por nosotros. Nuestros ojos se inundarán de lágrimas. y brotará de nuestros párpados el llanto».
Porque hemos recaído; hemos puesto excusas. Nos hemos creído muy importantes y hemos ignorado a nuestras hermanas que pasan necesidad. Hemos estado tan ocupadas arreglándonos el cabello y pintándonos las uñas que nos hemos olvidado de exhibir el fruto del Espíritu. Siento un clamor, incluso ahora, en mi espíritu! «Desde Sión se escuchan gemidos y lamentos».
Mujeres, tomen las manos de sus hermanas, abran sus bocas y clamen juntas, al hablarnos Dios hoy. Mujeres, oigan la Palabra del Señor: abran sus oídos a las palabras de su boca. Enseñen a sus hijas cómo clamar; enséñense unas a otras a lamentarse (ver Jer. 9:20). Las mujeres están deseando seguridad y protección, anhelando sanidad e integridad, esperando la restauración del amor y la familia en sus hogares.
¿Dónde están las mujeres que lloran? Estamos aquí: rodillas dobladas, cabezas inclinadas, manos elevadas, corazones abiertos… Que todas las mujeres clamen en palabra, oración y canción. Porque el Señor registrará nuestras lágrimas y las anotará en el Libro de la Vida. Dios ve y se preocupa. Él nos levantará y nos librará.
Reconocemos a nuestro Jehová Dios; y, como Jehová, él también es amor Lo saludamos hoy, con la seguridad de que nos ha amado con amor eterno. Pedimos a Dios que dé valentía a nuestra comunidad de fe, para que sea un coro resonante de amor, esperanza y consuelo para todas las mujeres.