«Jesús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo de en qué Herodes era rey del país. Llegaron por entonces a Jerusalén unos sabios del Oriente que se dedicaban al estudio de las estrellas, y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos salir su estrella y hemos venido a adorarlo»» (Mateo 2: 1-2).
Si todas las imágenes navideñas tienen los mismos personajes: el bebé Jesús, María, José, los tres sabios de Oriente, unos cuantos pastores, una vaca, un burro y una oveja. Siempre hay tres hombres sabios. Eran tres, ¿no? Y, ¿llegaron al establo para ver a Jesús en el pesebre como los pastores?
No exactamente. Esto es lo que sabemos y no sabemos sobre los sabios de Oriente. Realmente no tenemos idea de cuántos eran en verdad. Ellos trajeron tres regalos: oro, incienso y mirra. Pero eso no significa que fuera un regalo por persona. Quizás cada uno traía los tres regalos sus manos; o quizás dos traían oro, dos traían incienso y dos traían mirra.
Hay otro problema con la historia. Si decimos que los magos llegaron la misma noche del nacimiento de Jesús, junto con los pastores, no estaríamos contando la historia correctamente. Cuando llegaron los sabios, la pequeña familia ya se había instalado en una casa.
Independientemente de cuántos sabios ejemplo asombroso de lo que es ser un seguidor de Dios. Estudiaron las profecías con tanto cuidado que supieron reconocer miento del Rey divino. ¡Literalmente siguieron una estrella millas y millas, buscando a un bebé! ¡Esto es asombroso!
En esta Navidad, ¡busca a Dios como los sabios y no pares hasta que lo encuentres!
Ponlo en práctica: Lee las profecías exactas que los sabios estudiaron y que los llevaron a seguir una hasta llegar a Jesús. Utiliza un comentario bíblico o el Internet para buscar «profecías mesiánicas». Basa tu fe en la Biblia y en Dios para saber que las profecías se cumplieron exactamente como fueron predichas.
Ponlo en oración: Inclínate y adora a Dios, como lo hicieron los sabios.