«Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz». Salmo 36: 9, NVI
AUN SIN DARNOS CUENTA, existimos por voluntad de Dios. Tras la entrada del pecado, nos regaló la oportunidad de vivir por la eternidad gracias a Jesús. Si lo aceptamos como nuestro Salvador personal, nuestra vida se prolongará para siempre, desechando lo malo que acosa nuestra existencia. ¡Gracias a Dios por el maravilloso don de la vida!
Jesús sanó a diez hombres leprosos mientras iban a presentarse ante los sacerdotes, tal como Cristo les había ordenado. Entonces uno de ellos, al verse sanado, volvió alabando a Dios a gran voz. Se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Además, era samaritano. Entonces, Jesús preguntó: «¿No son diez los que han quedado limpi09? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero?» (Lucas 17: 17, 18). «Cuando los pecadores aceptan a Cristo como su Salvador personal [ . . . ] manifiestan al Divino Dador su alabanza y gratitud» (Alza tus ojos, p. 167).
El cojo de nacimiento llevaba mucho tiempo anclado en una puerta pidiendo limosnas para sobrevivir. Cuando fue sanado por la mano poderosa de Dios y la intervención de Pedro y Juan, aceptó a Cristo como salvador y sanador. La Biblia habla de la enorme gratitud de este hombre y el gozo que sintió al ser tocado por Dios: «Saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, saltando y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios» (Hechos 3: 8, 9). ¿No es gratitud esto? ¿Cómo se siente el hombre que ha recibido de Dios la vida y la salud? «Para siempre es su misericordia» (Salmo 136: l).
«El Señor es bondadoso y quiere que su pueblo represente su bondad amante reconociendo a Dios en felices acciones de gracias. Todos los que aprecien los favores de Dios serán un pueblo feliz» (A fin de conocerle, p. 128). ¿Queremos ser un pueblo feliz? Digamos al Señor: «Gracias por tu bondad y tu grande amor». Gracias por el maravilloso don de la vida. «Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz» (Salmo 36: 9).