En la canción I So Hate Consecuences [Odio las consecuencias] los músicos cristianos del grupo Reliant K hacen referencia a cuánto odian reconocer las cosas que han hecho mal. La letra de la canción incluye un lamento sincero: «Señor, no hagas que me enfrente a esto, odio las consecuencias», pero tiene un final feliz que evidencia que, cuando vamos a Dios, él no nos dice «ya te lo dije», sino que nos perdona y nos ayuda a empezar de nuevo.
La vida está llena de consecuencias. Aunque el Señor es bueno y nos perdona, nuestras acciones conllevan resultados desagradables. El autor Robert Louis Stevenson dijo: «Tarde o temprano, todos nos sentaremos en el banquete de las consecuencias» y, cuando se celebre la gran fiesta de la cena, tú también tendrás que tomar tu tenedor y tu cuchillo.
La Biblia lo expresa de otra manera: «No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha» (Gálatas 6: 7). Si no estudias para el examen (lo que siembras) no te saldrá bien (lo que cosechas). Si traicionas a un amigo (lo que siembras) dañarás la amistad (lo que cosechas). La lección es fácil, y es que todo lo que haces tiene un resultado, tanto las decisiones grandes como las pequeñas: toda decisión que tomes, tendrá su consecuencia.
Supongo que todo esto puede sonar muy dramático y quizás estés de acuerdo con aquello que dice la canción de «odio las consecuencias», pero también hay una buena noticia: existen las consecuencias positivas porque las buenas decisiones traen buenos resultados. Gálatas 6: 8 dice: «El que siembra en los malos deseos, de sus malos deseos recogerá una cosecha de muerte. El que siembra en el Espíritu, del Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna»’. Tienes en tu mano la oportunidad de decidir el tipo de consecuencias a las cuales te quieres enfrentar. Por ejemplo, si eres amable, harás amigos, y ese resultado es bueno.
Cuando te enfrentes a las consecuencias negativas, recuerda que Dios te perdonará y te permitirá empezar de nuevo. Deja que esas malas consecuencias te inspiren para tomar mejores decisiones la próxima vez.
Ponlo en práctica: Piensa en lo que ha sucedido en los últimos días. ¿Qué consecuencias han tenido tus decisiones? A raíz del resultado, piensa en la decisión que lo provocó.
Ponlo en oración: Pide ayuda al Señor para pensar en las consecuencias antes de tomar decisiones.