«De lo que abunda en el corazón, habla la boca».Mateo 12: 34
HACE POCO TUVE UNA EXPERIENCIA muy interesante y aleccionadora. Temprano en la mañana fui al mercado a comprar frutas. Mis jugos favoritos son los cítricos, especialmente el de limón, pero ese día no había limones en ningún establecimiento, así que decidí comprar chinolas [maracuyás]. Pedí dos docenas al vendedor y mientras las empacaba noté que estaban casi podridas, así que le pedí que las cambiaran por otras en mejor estado. El vendedor me dijo: «No se preocupe, eso es solo por fuera. Por dentro están bien, se lo garantizo». Le creí y regresé a mi casa confiado. Pero mientras preparaba el jugo… ¡qué decepción! Me di cuenta de que la mayoría de las frutas estaban podridas tanto por dentro como por fuera. Mientras miraba las frutas, y sintiéndome engañado y furioso conmigo mismo por haber confiado en el vendedor, pensé: «El exterior no define el interior, pero lo refleja».
Aparte de aprender una valiosa lección respecto a cómo comprar frutas, ¿qué tiene que ver mi experiencia con nuestras vidas? En una oportunidad Jesús declaró: « ¿Cómo pueden decir cosas buenas, si ustedes mismos son malos? De lo que abunda en el corazón, habla la boca» (Mateo 12:34). Lo interesante es que este pasaje no se limita solamente a las palabras, aunque ese haya sido el ejemplo seleccionado por Jesús. Nuestra vida completa es un reflejo de lo que hay en nuestro corazón. Muchos de nosotros en algún momento hemos dicho: «Lo de afuera no importa». Nos gusta pensar que no importa la forma como hablamos, nos vestimos, caminamos y nos comportamos porque eso es «externo». Nuestras travesuras son «cosas de la juventud», ¡no podemos estar más equivocados!
Jesús explicó que «el hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca» (Lucas 6: 45). Con esto no quiero decir que tu exterior define tu interior, pero lo que haya en tu interior se manifestará claramente en tu exterior, así que pregúntate en este día: « ¿Qué hay en mi interior?».
Es mi deseo que Cristo more en tu interior y que se refleje en cada aspecto de tu vida exterior.