«‘Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús— Nadie llega al Padre sino por mí'» (Juan 14:6)
OId Gray, una gata atigrada, llegó a la casa de mis vecinos una mañana. Como ya tenían diez gatos, no fue un gran problema agregar un poco de comida adicional. Old Gray había encontrado un hogar. Pero al comienzo, Gray siempre comía y corría. Nunca podíamos acercarnos a ella. Miraba con sospecha cada movimiento de su «enemigo», los humanos que querían ser sus amigos.
—Bueno —racionalizó Cheryl, mi vecina—, sus antiguos dueños deben de haberla maltratado. Quizás se escapó.
Pasado un tiempo, no habíamos hecho ningún progreso en domesticar a Gray. La llamábamos suavemente, pero ella no respondía, sino que nos daba una mirada vacía, con lo que ahora interpreto como una gran tristeza en sus ojos.
Pasaron varios años. Cheryl y Glenn se mudaron a Florida. Gray todavía anda por la zona esperando su comida, pero sin contribuir a la relación.
Un día, al mirarla distanciarse de mí, no pude evitar pensar: Así es como tantos de nosotros nos distanciamos de nuestro Dios.
Al llamar a Old Gray con mi voz más dulce, mi mente se llenó con las palabras del himno: «Tierno y amante, Jesús nos invita; llámate a ti, y a mí. Mírale allá en la puerta esperando; aguarda a ti y a mí». Todos los que responden al llamado de Dios reciben el amor y el cuidado de un Padre protector. Si Old Gray respondiera, podría disfrutar de la amistad y la protección de un humano bondadoso.
Hasta el día de hoy, Gray se ha resistido. Por muchos años, ¿cuántas de nosotras, también, nos hemos resistido al amoroso llamado de Jesús? Como sucede con Old Gray, nuestras necesidades básicas también son suplidas. Lo esencial. Si tan solo pudiéramos entrar en la vida con Cristo, que vino para que tengamos vida en abundancia…
El regalo de la vida está disponible para cada una de nosotras, tan claro y simple: pero nosotras tratamos de hacerlo complicado y complejo. Por lo tanto, seguimos tardando en responder al amable llamado de Dios: ¡Venid, venid, tristes, cansados, venid!» Como Old Gray, muchas seguiremos esperando y resistiendo. ¡Qué bendición es poder caminar sin miedo, sabiendo que nuestro Salvador está dirigiendo nuestros pasos!
PATRICIA BUXTON FLORES
es viuda y maestra jubilada. Vive en Nueva Jersey, EE. UU.