Después de esto derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano, profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Joel 2: 28
¿Oiste hablar de la lluvia tardía del Espíritu Santo? ¿Qué entiendes por eso? La lluvia tardía es el trabajo final en la vida del cristiano y en la de la iglesia.
Históricamente, la lluvia temprana ya vino en la época del Pentecostés (Hechos 2), y la lluvia tardía vendrá en nuestros días. «Si esta profecía de Joel halló un cumplimiento parcial en los días de los apóstoles, estamos viviendo en un tiempo cuando se ha de manifestar aún más evidentemente al pueblo de Dios. Él derramará de tal manera su Espíritu sobre su pueblo, que este se convertirá en una luz en medio de la oscuridad moral, y se reflejará una gran luz en todas partes del mundo» («Comentarios de E.W», Comentario bíblico Adventista, t. 4, pág. 1196)
Pero tenemos que estar prevenidos contra el peligro de confundir la historia de la iglesia con nuestra propia experiencia. En la historia de la iglesia tu ves cómo sucedieron los eventos. En la experiencia cristiana, tu participas de esos eventos.
En la historia de la iglesia la lluvia temprana ya vino y la tardía vendrá. En mi experiencia, debo aceptar la lluvia temprana para estar preparado y listo para recibir la lluvia tardía.
La lluvia temprana es la primera obra que el Espíritu Santo realiza en mi vida. Juan la describe así: «Y cuando el venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8).
¿Quién convencerá al cristiano de las cosas no correctas en su vida? ¿El pastor? ¿El sacerdote? ¿La Junta de Iglesia?
Los prodigios de la lluvia tardía sólo sucederán después que la lluvia temprana haya realizado su obra y después que el cristiano haya permitido que esa obra sea hecha, porque en la vida espiritual nada funciona por decreto o por voto.
«Y después de esto derramaré…» ¿Después de qué? Mira el versículo 26: «Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová». Después viene el versículo de hoy: «Y después de esto…»
¿Está quedando claro en tu mente? No esperemos la lluvía tardía, en nuestra propia experiencia, si diariamente no pasamos tiempo con Jesús, «comiendo abundantemente» el pan de vida, orando y alabando el nombre de Dios. La alabanza es una especie de condición para recibir la lluvia tardía.