En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro, Génesis 2: 10.
El río Amazonas en Sudamérica es una de las maravillas naturales de esta tierra. Me alegra haber tenido la oportunidad de vivir en el banco del Amazonas, tanto en Brasil como en Perú. El Amazonas no es el río más largo; ese título corresponde al Nilo. Pero el Nilo no es mucho más largo que el Amazonas. Este río tiene 6,992 kilómetros de longitud y es el más grande del mundo. Dicen que le cabría el agua de doce ríos Misisipi.
El Amazonas comienza en los Andes de Perú, apenas a 161 kilómetros del océano Pacífico. Diminutos chorros recorren los pequeños valles; luego acumulan más agua, aumentan de tamaño y continúan así hasta formar los ríos Ucayali y Marañón en Perú. Estos se unen al este de la ciudad de Iquitos, donde vivimos durante seis años. Al fluir por 804 kilómetros más, este río Amazonas, al que bautizaron los peruanos, se encuentra con otros ríos de Colombia y forma el río Solimões, hasta que llega a la ciudad brasileña de Manaos. Justo al sur de Manaos el Solimões se une al río Negro, y ambos forman el Amazonas brasileño. Desde el punto en que los dos ríos se juntan, hay un límite entre las aguas lodosas y negras que continúa por muchos kilómetros corriente abajo hasta que finalmente se fusionan en el Amazonas lodoso.
Como el Amazonas no es tan caudaloso, las mareas oceánicas del Atlántico afectan la altura del río Amazonas corriente arriba por más de 965 kilómetros. El agua del Amazonas que desemboca en el océano Atlántico es dulce, no salada, por varios kilómetros.
Dios creó un río que abasteciera el jardín del Edén. Lo dividió en cuatro, pero el amazonas, con toda su agua, fluye desde varios ríos que terminan en uno. Nosotros los hijos de Dios somos muchos, pero estamos unidos en Jesús. Dale gracias hoy por que perteneces a una familia unida. Dile que quieres permanecer bajo su mano conductora.