Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; anduve como forastero, y me dieron alojamiento, Mateo 25: 35.
Hace algunos años, cuando vivíamos en Topeka, Kansas, a mi esposa le pidieron ser la directora del Fondo de Inversión de la iglesia local. Aceptó el reto y comenzó a trabajar con su junta para planear proyectos con los cuales reunir fondos.
Querían animar a los miembros de iglesia a elegir sus proyectos del Fondo de Inversión, así que organizaron una subasta. Miembros de iglesia y sus amigos y vecinos, todos llegaron, y comenzó la subasta. Había muchas cosas. Un gato callejero había llegado a la escuela, así que también lo subastaron. Nadie pujó por el gato, así que Millie abrió con 2.50 dólares. Todos rieron, pero nadie más hizo una oferta, así que Millie se llevó al gato a nuestra casa. Millie y nuestra hija, Jackie, no dejaban de decir que era gata, así que para recordarles que era macho, lo llamé Tom.
Tom vivió con nosotros durante muchos años y fue un buen gato. Le encantaba recibir atención y que lo acariciaran. Nuestros visitantes nunca entendían por qué era tan gentil y amistoso. Era un modelo de buen comportamiento.
Cuando nos mudamos al sur de Nueva Inglaterra, Tom nos acompañó. Se ajustó bien a la nueva casa y se sintió como en su hogar. Nunca se fue demasiado lejos. Cuando llegábamos del trabajo, Tom siempre estaba esperándonos. Quería atención y usualmente la recibía. Finalmente murió, y dos de nuestros vecinos dijeron a Millie: «Hagámosle un funeral a Tom, porque fue un buen gato». Así que hicieron un pequeño funeral en el jardín, donde enterramos a Tom entre los árboles.
Tom era un callejero y nosotros lo alojamos. Le dimos amor y respondió. También alojamos algunas mujeres necesitadas para ayudarlas, y un lazo íntimo se formó entre ellas y nosotros mientras vivieron en nuestra casa. Jesús nos invita a ayudar a los necesitados„ Pide a Jesús que te ayude a encontrar a alguien que te necesite. Te encantará ayudar a alguien más.