Y sucedió que, mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconocieran.
_Lucas 24: 15, 16_
Malas noticias en Jerusalén. Cleofas y otro discípulo que lo acompañaba partieron tristes en dirección a Emaús. Ese día quedaría marcado en la experiencia de ellos para siempre. Sentían que todos sus sueños estaban deshechos. Siguieron a Jesús porque creían que era el Mesías que restauraría el reino de Israel. Dejaron todo por causa de él. Al fin de cuentas, ¿Qué significaban tres años de sufrimiento comparado con la gloria terrena del reino restaurado? Pero ese día había sido terrible. Los soldados fueron a prender a Jesús y el no hizo nada por defenderse. No se quejó, se entregó como una oveja silenciosa que es llevada al matadero. Lo condujeron a la cima de la montaña y allí lo sacrificaron como un pobre animal.
Con la muerte de Cristo, murieron también sus sueños y los planes de proyectos de sus vidas. Tenían la impresión de que habían perdido tres años de su existencia. Trabajaron, sufrieron, pagaron el precio, pero todo había concluido, en una tarde gris, en la cruz del Calvario.
¿Alguna vez te sentiste así? ¿Trabajaste y trabajaste y, de un momento a otro, sentiste que todo se rompía a tus pies? Tal vez entonces logres comprender cómo se sentían los discípulos.
De repente, dice el texto, “Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero los ojos de ellos estaban velados, para que no lo conocieran”.
Hay dos lecciones que necesitamos aprender hoy. La primera es que Jesús nunca abandona a sus hijos. Podemos estar viviendo la noche más oscura de nuestra vida, pero no estamos entregados a nuestro triste destino. Él siempre se acerca a nosotros. No prometió que la tristeza no golpearía a la puerta de nuestro corazón, pero nos aseguró que nunca nos dejaría solos.
La segunda lección es que a veces el pesimismo puede ser tan grande que no nos permite ver a Jesús a nuestro lado. ¿Por qué crees que los discípulos no lo reconocieron? El versículo 16 explica la razón. El versículo 21 habla de lo que ellos esperaban: “Esperábamos que Él fuera el que iba a redimir a Israel”. Ellos habían tenido una experiencia personal con Jesús, habían andado con Él. Ahora se sentían frustrados y chasqueados y no lograban reconocerlo.
¿Y qué en cuanto a ti? ¿Lo conoces? ¿Eres capaz de verlo a tu lado en los tiempos de bonanza? Si no es así, tal vez tendrás dificultades de reconocerlo cuando las tinieblas lleguen a tu vida. Hoy, hazlo el centro de tu experiencia.
_Por Alejandro Bullón_
MatinalFamiliar
#MeditacionesDiarias
#RadioJovenAdventista
Matinal Para Toda La Familia 2018.
“A Solas Con Jesus”