Y Jehová le respondí: «Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre una asta; cualquiera que sea mordido y la mire, viva» Números 21:8
LA REBELDÍA DEL PUEBLO había traído una vez más consecuencias fatales para Israel. Serpentes ardientes y venenosas estaban causando la muerte de mucha gente. Entonces el pueblo busca a Moisés, diciendo: <<Hemos pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a Jehová que aleje de nosotros estas serpientes>> (Vers. 7).
¿Sencillo, verdad? Pecamos, pedimos perdón y listo. Esta todo resuelto. Pero el perdón divino es mucho más profundo, mucho más amplio, y sus soluciones son mucho más serias y concretas.
El Señor le mandò a Moisés hacer una serpiente de bronce, levantarla sobre una estaca larga y después dijo: <<Cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá>>.
La solución no era tan sencilla como parecía: peca, pidió perdón y esta todo resulto. No. Si existió pecado, tenia que existir muerte, porque el salario del pecado es la muerte, (ver Rom. 3: 23) ¿Que el hombre no quería morir a pesar de haber pecado? Muy bien, Dios ama al ser humano y no quiere que muera, pero, ¿qué hacer con el pecado del hombre? Era necesario que alguien pagase, que alguien muriera, que alguien derramase su sangre para remisión de los pecados.
<<Y como Moisés levante la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna>>, le dijo Jesús a Nicodemo (Juan 3: 14, 15).
Cierra los ojos y mira, en la montaña del Calvario, al Dios hombre, muriendo para salvarte. <<Mirad y vivid>> es la orden. La muerte de Cristo no tiene ningún valor si tú no miras. Ve a él, tal como estás. El te ama, nunca deja de amarte y de esperarte.
Si en esa ocasión los hombres hubiesen discutido la orden divina, si hubiesen tratado de entender el porquè de las cosas, si hubiesen querido racionalizar en torno de la solución que Dios presentaba, hubieran estado condenados a morir por causa del veneno cruel de las serpientes del desierto. Pero solo debían creer. Mirar significaba vivir. Dejar de mirar, era sinónimo de muerte.
No vivieron todos. Hubo mucha gente que murió. En medio de la agonía clamaron buscando una razón lógica de por qué mirar a la serpiente resolvía el problema. Pero la salvación no tiene lógica, está más allá, de la capacidad de la comprensión humana.
El unico camino es confiar. <<Mirad y vivid>>, es la orden, y es un asunto diario, de cada minuto, de cada instante. La salvación viene de la cruz, donde Jesús sufrió y murió por todo el veneno de la miseria humana.
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“A Solas Con Jesus”
Por: Alejandro Bullón