Yo te planté como vid de la mejor calidad, como vid de la semilla más fina. ¡Pero te has degenerado tanto, que ya ni te reconozco!, Jeremías 2: 21.
Los botánicos (científicos que estudian las plantas) pueden injertar ramas de un árbol a otro para que crezca mejor y dé mejores frutos. Ahora, los investigadores dicen que necesitamos mejores y más grandes plantas para que tengamos vegetales mejores y más grades. Las mejores semillas producen las mejores plantas, que producen mejores vegetales. ¿Hasta dónde puede llegar este proceso?
Un genetista (científico de células y órganos) de plantas en Perú recolecta muestras de tomates que doblan el tamaño de los que la mayoría tenemos disponibles para comer. Son feos, verdes y parecidos a una baya, pero resistentes a las enfermedades. También ha recolectado plantas de tomates a una altitud de 3,650 metros. No necesitan mucha agua para crecer y son resistentes a insectos y enfermedades. Lo que él y otros científicos se proponen, es trasplantar genes de esas plantas a otras plantas de tomate ordinarias, las que producen los tomates que comemos. Esperan que la «superplanta» resultante produzca tomates más sanos y ricos. ¿Será posible? Solamente Dios sabe.
Otros genetistas de plantas experimentan con ingeniería genética. Tratan de alterar la estructura genética de una planta para que haga otra cosa. Esto se ha logrado con éxito con la clonación, que es el cultivo de plantas idénticas a partir de células individuales mediante un proceso que los botánicos llaman cultivo de tejidos. Se ha realizado exitosamente en unas cuantas plantas, como zanahorias, petunias y tabacos. Los granos de cereales importantes y los frijoles no han respondido bien a la clonación.
¿Podrá el ser humano mejorar las plantas al manipular sus genes? Solamente Dios lo sabe. Agradece hoy que es todopoderoso y tiene todas las soluciones a nuestros problemas. Podemos confiar en él.