Sepúltalos a todos en la tierra, enciérralos en la prisión de los muertos, Job 40: 13.
Una de las criaturas más extrañas de Australia es el talégalo leipoa o faisán australiano. Estas aves se ven ordinarias pero son muy diferentes a cualquier otra del mundo. Del tamaño aproximado de un pollo, el faisán australiano macho rastrilla miles de kilos de tierra, hojas, varas y arena hacia un nido gigantesco, probablemente el más grande de todos los nidos. Son una maravilla entre los animales.
En el desierto australiano, donde vive el faisán, la temperatura varía hasta 40 grados entre la noche y el día. Por ende, el faisán debe construir un nido que esté bien aislado, porque los huevos necesitan una temperatura constante de 32 a 36 grados.
El faisán australiano macho cava un agujero en la arena de un metro de profundidad y dos de anchura. Rastrilla hojas y varas a este agujero, que entonces se vuelve una cámara para huevos. Luego va la capa aislante: miles de kilos de arena, ramas y hojas para cubrir la cámara. Para cuando ha construido el nido, puede medir casi cinco metros de ancho y un metro de altura. Aunque el nido está listo, la hembra tiene que esperar el momento adecuado. Ha cavado un túnel que conduce a la cámara de huevos, pero está cerrada temporalmente.
Entonces llega la lluvia. El nido se moja y comienza a fermentar; los desechos comienzan a calentarse. Mientras tanto, el macho aleja a la hembra hasta que la temperatura sea la apropiada. Tiene una membrana para sentir calor en el pico, y cuando todo está listo, la hembra usa el túnel para entrar y poner sus huevos. Siete semanas después, eclosionan. Los polluelos tienen que cavar un metro hasta la superficíe, Pueden cuidarse solos y tal vez nunca vean a sus padres.
Dios cuida a sus hijos e hijas porque quiere que vivan para siempre. En el momento justo, volverá para recogerlos y llevarlos al cielo. Pide a Dios en tu oración hoy que te ayude a prepararte para ese momento, en que Jesús regrese por ti y el resto de su pueblo.