Si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá: «Por aquí es el camino, vayan por aquí», Isaías 30: 21.
Correctamente leídas, las huellas en la arena, el fango y la nieve pueden contar una historia. Es interesante seguir las huellas de animales. Sin duda alguna vez has visto huellas y pensado: «Me pregunto de qué animal serán». Quizá hayas visto otras marcas que te hicieron preguntarte: «¿Qué pasó aquí?».
Al caminar por el bosque puedes notar diferentes huellas o señales del comportamiento de alguna criatura. Los agujeros en los árboles nos dicen que por ahí estuvo un pájaro carpintero. Un gran montón de cáscaras de bellota podría indicar la presencia de ardillas. Si faltan las hojas de las ramas inferiores de los árboles, quizá sea porque un venado comió mucho durante el invierno. La corteza pelada y ennegrecida del aspen blanco puede ser señal del paso de un wapití, aficionado a la corteza de ese árbol. Las huellas de animales pueden indicar si la criatura que las dejó estaba sola, apurada, acechando a otro animal o simplemente vagando.
He visto letreros en los parques y bosques que dicen: «Tome solamente fotografías y deje solamente huellas». Eso significa: «No recoja ni se lleve nada del lugar, y no deje basura cuando se vaya».
Todos dejamos nuestra huella en esta tierra, más que una simple marca. La gente puede darse cuenta de nuestra presencia. La gente sabía dónde estaba o había estado Jesús, porque hacía el bien en todas partes. Dejó su huella por los milagros que hizo y la gente que sano. Jesús nos dejó un ejemplo.
Podemos seguir su ejemplo y dejar nuestra huella particular al pensar en los demás y ayudar cuando sea posible. Agradece hoy por el ejemplo de Jesús y pide a Dios que te permita encontrar hoy a alguien a quien puedas ayudar o animar. De ese modo dejaras tu huella.