«Vengan, cantemos con júbilo al Señor; aclamemos a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos». Salmo 95: 1-2, NVI
La melodía del canto, emitida de muchos corazones en forma clara y nítida, es uno de los métodos divinos en la misión de salvar almas. Todo el servicio debe ser dirigido con solemnidad y reverencia, como si el Maestro estuviera visiblemente presente en la reunión.— Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 463466.
Las voces de agradecimiento, alabanza y alegría se oye en el cielo. Las voces de los ángeles en los cielos se unen con las de los hijos de Dios en la tierra, mientras dan honra, gloria y alabanza a Dios y al Cordero por la gloriosa salvación que nos ha sido ofrecida.— Consejos para los maestros, cap. 31, pp. 232-233.
«Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo». Salmo 9: 1-2, NVI