<<En el ùltimo y gran dia de la fiesta, Jesús se puso en pie y alza la voz, diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba»>> Juan 7, 37
ESTABA DESCONTROLADA. Cada una de sus palabras era un dardo envenenado. Trataba de herir y mostrarse superior. Como si esa actitud pudiera sacarla de la confusión en que parecía sumergida. <<¿Dios? ¿Para qué necesito a Dios? Èl es el producto de mentes expertas que crearon la muleta que necesitan los espíritus cobardes, incapaz es de ver y usar todo su potencial>>, decía.
Conocía bien a esa joven. En otros tiempos tenia un brillo maravilloso en la mirada; sonreía con una sonrisa que reflejaba la paz interior. Pero el tiempo pasa y fue a la universidad. Llega a ser profesional y adulta Un día mira a los padres y los vio demasiado crédulos para su gusto; demasiado ingenios, porque seguían eso que llamaban cristianismo; demasiado simples, pues crean que el mundo habla sido creado por el Dios y Padre de amor que cuida a sus hijos.
Había leído y aprendido mucho. Había descubierto que el mundo no es solo ese pequeño grupo de cristianos con quienes se congregaba todos los sábados desde la niñez. Descubrió amigos que tengan otros n sueños, otros planes; gente que vivía la vida <<sin límites>>, que no tenía miedo de <<ir al fondo de las cosas>>.
Entonces, algo hermoso se quebró dentro de ella.
Casi sin darse cuenta, se sintió como un águila volando por espacios infinitos, mientras bajo unos pocos todavía continuaban creyendo que todo lo que hacían tenia que depender de Dios.
¿Dios? ¿Para qué necesito a Dios? Dios esta dentro de mí, dentro de tí – afirmaba-. Dios es la fuerza vital que traemos con nosotros, la energía interior que la cultura nos ayuda a desarrollar, en beneficio de los menos privilegiados>>.
No dije nada. Simplemente la mira. <<¿No cree en mi? -preguntó-. Es verdad todo lo que estoy diciendo. No necesito de Dios. Sè de lo que soy capaz por mí misma. No hago mal a nadie; al contrario, hago más bien a mis semejantes que mucha gente que se dice cristiana>>. Pero las lágrimas estaban allí, queriendo salir, incomodando, doliendo. Naturalmente, quien es feliz no necesita hacer de todo para que los otros le crean. Simplemente es feliz, y la paz interior se refleja en el mirar y en la sonrisa espontánea. Alguna cosa no estaba bien dentro de esa joven morena de cabellos largos. Las lágrimas que luchaban por salir, parecían decir: <<Ayúdenme, por favor. Escúcheme, no se vaya>>. ¿Por qué mirar hondo dentro de la gente si solo se encuentra un vacío extraño, que ni siguiera se puede identificar perfectamente? ¿Qué mérito hay en querer sacar a Dios de la vida, si después tenemos que correr en busca de un sentido para la existencia? Hoy, ve a Jesús, y el saciar la sed de tu corazón.
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Matinal Para Toda La Familia 2018.
“A Solas Con Jesus”
Por: Alejandro Bullón