-Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayudo segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar» (Sal. 46:1,2)
Debido a que sufro de claustrofobia, nunca voy sola en ascensor ni permanezco en un lugar cerrado del cual no pueda salir por mí misma.
Hace unos cinco meses, acompañé a mi esposo a la oficina de Relaciones Internacionales. Mientras esperaba, tuve que ir al baño. Examiné la puerta y la traba, y noté que esta última estaba torcida. Entré en el baño y cerré la puerta, esperando poder abrirla en el momento que fuera a salir.
Cuando quise abrir la puerta y no pude, supe que estaba en grandes problemas. El miedo me superó y entré en pánico. Comencé a gritar pidiendo ayuda, a golpear la puerta y a intentar treparme para lograr salir. Justo entonces, oí el ruido que produce el agua al caer del tanque, que alguien había accionado en un baño cercano. Inmediatamente, aproveché la oportunidad y grité a la persona que me ayudara a salir.
Una amable mujer me dijo que iría a buscar a alguien que pudiera abrir la puerta, pero le imploré que no me dejara porque moriría! Me dijo que su nombre era Sue y que no me dejaría. Como Sue —mi «ángel»— era de estatura pequeña, pudo arrastrarse por debajo de la puerta, entrar en mi baño, ayudarme a calmarme, orar conmigo y ayudarme a superar la fobia que viene del diablo. Reclamó la promesa de 2 Timoteo 1:7: «Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio».
Sue examinó la traba y pudo destrabarla. De más está decir que ambas nos pusimos muy felices y alabamos a Dios por su ayuda. Oramos juntas, antes de reunirnos con nuestros esposos.
Es tan fácil olvidar que Dios es nuestra ayuda constante ante los problemas, y que todo lo que tenemos que hacer es calmarnos, pensar y pedirle que venga a rescatarnos. Ese día, permití que el miedo se apoderara de mí, pero sé que el Señor es misericordioso y compasivo, y que me ha perdonado por ese momento de debilidad.
KOLLIS SALMON-FAIRWEATHER
es enfermera jubilada y vive en Florida, EE. UU., aunque es de Jamaica.