No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, Romanos 1: 16.
Los insectos tienen un lado bueno y uno malo. Comencemos con el malo. Pican y muerden; se comen la ropa, las construcciones de madera y los tapetes de lana. Invaden las despensas de comida y harina, cajas de galletas y bizcochos, y tantas otras cosas. También transmiten enfermedades. Qué terribles, ¿verdad? En realidad, no tanto. La otra mitad es el lado bueno.
Los insectos hacen miel para que comamos, seda para fabricar tela, cera para pulir y hacer velas, y goma laca para los acabados de madera. Polinizan muchos cultivos, que nos brindan comida nutritiva a la mesa. También son alimento para otras criaturas. Por su mera existencia, ayudan a hacer nuestro mundo más interesante y bello (al menos algunos de ellos), así que aceptamos lo bueno y lo malo.
Se han clasificado más de 800,000 insectos y cada año los científicos anuncian que descubren miles más. Se calcula que faltan de dos a cinco millones de insectos por clasificar. Tratar de capturarlos y clasificarlos mientras vuelan por ahí es todo un reto.
Los insectos difieren de otras criaturas porque tienen seis patas, tres segmentos corporales principales, y antenas; muchos además tienen alas. Las arañas, las garrapatas, los ciempiés y los ácaros no entran en la categoría de insectos porque no tienen sus características identificadoras. Las tres partes corporales de los insectos son la cabeza, el tórax y el abdomen. La cabeza tiene las antenas, los ojos y la boca. Las seis patas y cualquier tipo de alas, van unidas al tórax. La cola o abdomen es el centro digestivo y En nuestro mundo hay miles de millones de personas y solamente un pequeño grupo son cristianas. Hay tantas que esperan ser clasificadas como «cristianas». Alguien necesita que le compartas el amor de Dios hoy.
Pide a Dios que te ayude a identificar una persona necesitada hoy, y compártele el amor de Dios.