“Así son ustedes: por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad”, Mateo 23:28.
Querámoslo o no, siempre vamos a encontrar hipócritas. Estas personas aparentan ser una cosa en público, pero son completamente diferentes en privado. Jesús se encontró con muchos hipócritas (¡incluso los llamó hipócritas en sus propias caras!), y tú también te toparás con ellos (aunque, dado que tú no eres el Salvador, tal vez no quieras llamarlos hipócritas como él lo hizo).
A pesar de que la hipocresía es un grave problema presente en el cristianismo, no podemos dejar que esto arruine nuestra experiencia espiritual. Sin duda hay hipócritas en la iglesia, pero también hay gente sincera y humilde.
¿Cómo lidias tú con la hipocresía? He aquí algunos puntos a tener en cuenta:
No seas hipócrita tú mismo. Varias veces Jesús le dijo a la gente que no actuaran como los hipócritas: «Por eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas. […] Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea» (Mateo 6: 2-5). «Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas, que aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando» (versículo 16).
Ocúpate de tus asuntos. Otro buen consejo de Jesús sobre la hipocresía: no critiques a nadie si tú mismo tienes tus propios problemas. «¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo» (Mateo 7: 5).
Confía en el Espíritu Santo. No renuncies a Dios ni a la iglesia por causa de los hipócritas. El Espíritu Santo aún está obrando en sus vidas, así como lo está haciendo en la tuya.
Ponlo en práctica: ¿Has criticado a alguien o no te ha caído bien una persona porque parecía ser hipócrita? ¿Qué trato quiere Dios que le des? Encuentra una manera de mostrar genuina amabilidad hacia esa persona esta semana.
Ponlo en oración: Pídele a Dios que te revele en qué aspectos eres débil. Haz la oración de David: «Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!» (Salmo 51: 10).