<<Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi Señor, el ungido de Jehová. ¡No extenderé mi mano contra el, porque es el ungido de Jehová!>> 1 Samuel 24,6
LA HORA se presentaba propicia. Saúl había sido rechazado por Dios como Dios de Israel, aunque todavía continuara gobernando y usando el poder para perseguir a un inocente como David. Así entre los peñascos de las cabras monteses. en el desierto de En- Ghadi, la providencia de Dios permitió que Saul quedara en manos de David. SI David hubiese querido, ese habría sido el fin de su dura persecución. Podría haber matado al rey. Pero el le dijo a sus hombres: << Jehová me guarde e hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová>> ¿No era Saul un hombre contumaz y rebelde? que había apartado a Dios de su propia experiencia? ¿No había dicho el profeta Samuel que Dios no lo quería mas como rey? ¿Por que entonces esa consideración de David por <<el ungido del Señor>>?
A lo largo de la historia de la Iglesia ha sucedido algo curioso que necesita ser observado, hace tres o cuatro décadas los miembros de la iglesia preguntaban todo al pastor. Yo era un niño en esa época, y recuerdo que mi madre se arrodillaba a orar antes de entrar a arreglar el cuarto donde el pastor se hospedaba. Cuando el visitaba nuestra pequeña congregación. Esos niños de hace cuatro décadas, hoy son doctores, empresarios, industriales, personas que tienen en sus manos el control de muchas otras personas. Los pastores somos hoy pastores de hombres y mujeres que saben pensar y tomar decisiones. ¿Qué significa no tocar al ungido del Señor? El versículo de hoy es motivo de meditación tanto para los pastores, en el sentido de saber administrar los talentos de la Iglesia, como para los miembros de la Iglesia, en el sentido de no confundir la expresión de sus ideas con la falta de respeto o menosprecio con un hombre a quien el Señor ungió.
La actitud de David es ejemplar, porque estaba ante un hombre que estaba ante un hombre que comprobadamente ya no era pastor de nada, sin embargo, en un momento de su vida, había recibido la unción divina.
Los que por comunión diaria con Jesús reflejan cada día más y más el carácter de Cristo, aprenderán a vivir como vive el cuerpo donde dada miembro tiene una función debida, y donde todos se mueven con un mismo propósito, y con un solo objetivo.