«La mano del minero ataca el pedernal y pone al descubierto la raíz de las montañas» (Job 28:9).
Sucedió un martes de mañana. Estaba manejando por una carretera que había sido muy conocida para mí, pero que hacía bastante que no transitaba. Generalmente, cuando pasaba por allí, levantaba la vista y contemplaba las montañas cubiertas de pasto verde, y las miraba hasta que se perdían de vista. Admiraba su inmensidad y robustez, mientras avanzaba en el auto.
Pero, este martes en particular, al levantar la vista, en lugar de verde vi marrón. Alguien estaba construyendo una casa en lo alto de la montaña y, en solo unas horas, una excavadora, con toda su fuerza y poder, había avanzado por la montaña creando un camino para los camiones y los autos.
Repentinamente, al bajar la velocidad, un pensamiento vino a mi mente: Si los seres humanos podemos abrir un camino por una montaña que, a la distancia, se veía tan alta e inaccesible, ¿cuánto más puede hacer Dios por mí? Cuando el pueblo de Israel estuvo ante la gran «montaña de agua», Dios dividió el mar Rojo ante sus ojos y les proporcionó tierra seca por donde cruzar. Frente al río Jordán, cuando los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del Señor tocaron las aguas, Dios realizó el mismo milagro. Un poco después, las murallas sumamente fortificadas de la ciudad de Jericó cayeron estrepitosamente por orden divina, cuando los israelitas obedecieron y ejercieron Fè en él.
Hay tantas manifestaciones del increíble poder de la mano derecha de Dios en las que puedo pensar y reflexionar. Él ha dicho: «Convertiré en caminos todas mis montañas, y construiré mis calzadas» (Isa. 49:11). Entonces, oré: «Gracias, Jesús, por traer estos pensamientos a mi mente. Gracias por recordarme que, sin importar la situación, sin importar la circunstancia, cuando te hago partícipe, tú puedes tomar el control».
Seguí manejando y las montañas quedaron atrás, pero los pensamientos siguieron conmigo. En mi corazón sabía que, cuando aparecieran situaciones difíciles en mi vida, al recordar la imagen de la montaña con un camino en ella podría obtener la seguridad de que el Dios todopoderoso y sabio, que puede mover montañas, está al control.