«Dios dijo: «iMiren a mi elegido, al que he llamado a mi servicio! Él cuenta con mi apoyo; yo mismo lo elegí, y él me llena de alegría. He puesto en él mi espíritu, y hará justicia entre las naciones»». Isaías 42: l, TLA ES
JESÚS, QUE HABÍA RECIBIDO el Espíritu en toda su plenitud, se entregó por entero para la salvación de la humanidad perdida. De igual modo se le imparte el Espíritu Santo a todo seguidor de Cristo que le haya entregado su corazón para que more en él. Nuestro Señor mismo nos ordenó: «Sean llenos del Espíritu», y este mandamiento es también la garantía de su cumplimiento. Era la voluntad del Padre habitar en Cristo «con toda su plenitud»; y en él «ustedes han recibido esa plenitud» (Efe. 5: 18; Col. 1: 19; 2: IO, NVI). — El discurso maestro de Jesucristo, cap. 2, p. 41. Dios quiere que actuemos representando a Cristo ante el mundo; no con baja autoestima ni despreciándonos a nosotros mismos, sino con toda nuestra fe y una firme esperanza, con alegría y con entusiasmo. La religión de Jesús produce paz y gozo. Al escudriñar las Escrituras y ver la infinita condescendencia del Padre al dar a Jesús al mundo para que todos los que crean en él tengan vida eterna, hemos de poner todas nuestras facultades en acción, para tributar le alabanza, gloria y honra por su inigualable amor hacia todos los seres humanos.— Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 546-547. Esforcémonos ahora como nunca antes. Hemos de crear oportunidades para la presentación de la verdad, y aprovechar cada ocasión que se nos presente para atraer a todo el mundo al Salvador. La obra que el pueblo de Dios debe realizar está estipulada en la Palabra inspirada: «Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones I No vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. Las costas lejanas esperan su enseñanza» (Isa. 42: 14, NVI).— Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 5152.