Hará súplicas a Dios, y él lo atenderá, Job 33: 26,
El intrigante lagarto trepador del Viejo Mundo también se llama camaleón. Vive sobre todo en árboles y arbustos; su cola lo ayuda a trepar.
Los lagartos trepadores se ven raros, con sus grandes ojos a cada lado de la cabeza. Los científicos han descubierto que cada ojo funciona independientemente del otro; si colocan bien su cabeza, pueden mirar hacia adelante con un ojo y hacia atrás con el otro. Pueden ver dos imágenes completas a la vez. Sus ojos se protegen mediante párpados unidos que forman un escudo cónico; únicamente su punta es abierta.
Sin duda, Dios creó a estos lagartos con ese sistema óptico especial debido a cómo cazan su comida. Cuando buscan a su presa, las lenguas de los camaleones abarcan una distancia con frecuencia más grande que la longitud de sus cuerpos. Cuando ven un insecto, rápidamente extienden la lengua, que necesita menos de un tercio de segundo para atrapar al insecto con una sustancia mucosa que secreta, y llevárselo a la boca. ¡Qué delicia!
El camaleón tiene un mecanismo de defensa particular que le permite adaptarse a su entorno. Pigmentos amarillos, blancos y negros en células cutáneas especiales (llamadas cromatóforos), permiten al camaleón cambiar de color, para que se vuelva casi del mismo color que el objeto que tiene cerca.
Dios también nos ha dado a nosotros adaptabilidad. Podemos ir del clima frío al caluroso, del nivel del mar a grandes alturas, Podemos adaptarnos a los buenos amigos o a los que no lo son tanto; a los buenos hábitos o a los malos; a las buenas intenciones o a las malas; a la buena actitud o a la mala. Es la adaptabilidad que Dios nos ha dado.
Hoy, pide a Dios que te dé la capacidad de adaptarte a buenos amigos, buenos hábitos, buenas intenciones y buena actitud. Sabes lo que te conviene.