«Asi hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive en el amor, vive en Dios y Dios en él» (1 Juan 4: 16).
Tengo amigos que han adoptado a niños que han sufrido abusos y que han sido abandonados. Descuidados por parte de sus padres biológicos, estos pequeños han tenido vidas muy difíciles, mudándose de orfanato en orfanato y después de años de desatención, finalmente han llegado al hogar de mis amigos, donde los han envuelto en amor y atención. Pensarás que lo lógico es que respondan con aprecio y alegría, ¿verdad? Pues no, no es tan sencillo.
Una pareja adoptó a una niña de diez años que había sido obligada a buscar entre la basura para conseguir su propia comida. Tenía que buscar su alimento en cualquier lugar donde pudiera encontrarlo y, por supuesto, nunca había participado en una comida familiar. Mucho tiempo después de vivir en su nuevo hogar, aún se negaba a comer lo que le servían en la mesa. En lugar de eso, sus padres la encontraban después rebuscando entre la basura de la cocina, sacando y comiéndose los restos de comida. Acostumbrada a cuidar de sí misma sin confiar en nadie, no se sentía cómoda recibiendo amor y no lo entendía; por eso recurría a lo que le resultaba familiar.
¿Te sientes identificado de alguna manera con esta niña adoptada? Quizás sientes que estás solo, que eres tú contra el mundo, o quizás te cueste aceptar el amor incondicional. Al igual que esos padres adoptivos, el Señor quiere volcar todo su amor en ti y no te lo negará porque hayas tenido un pasado escabroso. Dios nunca te obligará a hacerte cargo de todo solo, incluso aunque sientas que no mereces su ayuda. Su amor es incondicional; no importa cuáles sean las circunstancias o las condiciones, siempre te lo demostrará. De manera que. en lugar de rebuscar en la basura intentando encontrar restos de lo que necesitas, agarra una silla y deléitate en su gran amor.
Ponlo en práctica: Lee el Salmo 136 y reflexiona en el mensaje que Dios quiere que aprendas de estos versículos.
Ponlo en oración: Da gracias a Dios por el amor incondicional que siente hacia ti y pídele que te ayude a recibirlo y a compartirlo con los demás.