«Señor, tu eres mi Dios; yo te alabo y bendigo tu nombre» (Isaias 25:1)
Tuve unos cuantos apodos de niña. Y si prometes no llamarme por ninguno de ellos, te confesaré algunos. Verás, yo crecí en un rancho de Oklahoma, en los Estados Unidos, donde las vacas rodeaban nuestra casa por todas partes. Así que supongo que no debería haberme sorprendido cuando mi nombre, Heather, fue reemplazado por Heifer, que es como se le dice en inglés a una vaca joven que no ha tenido terneros. Y luego estaban los apodos de especias… Dado que mis hermanas se llaman Canela y Jengibre, a menudo me llamaban Nuez Moscada o Pimienta. ¿Y cómo podría olvidar el término de la Biblia que se convirtió en mi apodo? Cuando mis amigos de la iglesia aprendieron la palabra Heathen, «paganos» en inglés, se convirtió en un fácil reemplazo para Heather, ya que se diferencian en apenas una letra. Heathen fue mi apodo durante un tiempo, aunque me gusta pensar que era una etiqueta totalmente inmerecida.
Mis apodos eran todos absurdos, pero la Biblia indica que los nombres y apodos tienen mucho significado. Los de Dios, por ejemplo, son muy significativos. Revelan su carácter. Si quieres saber cómo es Dios, mira algunos de sus apodos: Abogado, Todopoderoso, Consolador, Libertador, Padre Eterno, Guía, Príncipe de Paz, Redentor, Salvador, Siervo, Maestro, el Deseado de todas las gentes… Simplemente leyendo la lista de apodos de Dios recordamos lo magnífico que es. No es de extrañar que David declarase: «Mi Señor y Dios, te alabaré con todo el corazón y glorificaré siempre tu nombre» (Salmo 86: 12).
Ponlo en práctica: Cuando oras y hablas de Dios, ¿cómo lo llamas? Comienza a usar diferentes apodos de Dios para que te recuerden lo maravilloso que es. Puedes usar la lista anterior, o hacer una búsqueda en Internet de los «nombres de Dios en la Biblia» para descubrir más.
Ponlo en oración: Usa al menos tres de los nombres de Dios en tus oraciones de hoy. Habla con él acerca de lo que esos nombres significan para ti.